Si algo complicado tenía el estreno de El ministerio del tiempo anoche en TVE era toda la expectación que se había creado a su alrededor, todas esas críticas excelentes de quienes habían visto el producto antes de su estreno y se deshacían en elogios hacia una apuesta complicada, por tratarse de una serie con un importante componente de ciencia ficción y por emitirse en la cadena pública, donde hace tiempo se viene constatando la dificultad para comunicar estrenos y generar interés por ellos.
Precisamente por esto, la elección del martes como día de estreno, inmediatamente después del partido de Champions que enfrentaba al Barcelona con el Manchester City era una estupenda idea, pese a que algunos no cayéramos en la cuenta y tuviéramos un momento de crítica a la hora elegida, pensando que sería mucho mejor apostar por las diez de la noche y arrebatar a Antena 3 parte de la audiencia que previsiblemente se conectaría al segundo episodio de Bajo Sospecha. Los datos finales no han sido suficientemente claros a la hora de mostrar si fue un acierto o no, pues El ministerio del tiempo logró una audiencia muy buena (2.981.000 espectadores y 14,8% de share), pero no pudo imponerse a la ficción de Bambú, que lograba un millón de espectadores más (3.909.000 espectadores y 19,6% de share).
En cualquier caso, con casi tres millones de espectadores, esta historia de puertas al tiempo, de cambios de época y repaso a la historia, ha resultado ser un soplo de aire fresco en la a menudo apolillada ficción de TVE y es un elemento más en el intento de la dirección de la cadena de reflotar un canal que nunca tuvo peor imagen ni resultados. Y es precisamente por esta posición por lo que nos encontramos también ante una gran oportunidad, la de hacer cosas diferentes, la de apostar por géneros y productos complicados, la de atreverse con cosas que se esperan de un canal público pero rara vez se encuentran.
El ministerio del tiempo es una de estas apuestas que además está a la altura de cualquier prime time que se precie. Una serie que tiene de todo: misterio, fantasía, una historia de amor, caras muy conocidas de la televisión y hasta un repaso a la historia propio de una producción cultural (aprovechan así para justificar un patrocinio) pero muy bien llevado, tanto que la mayoría de los chistes son referencias culturales e históricas.
Y es que El ministerio del tiempo, pese a ser una serie dramática, está lleno de guiños a la historia, tanto a la real, como a la de ficción. Impagable el momento Curro Jiménez y genial el «¡No va a pintar bien si es Velázquez!» cuando el retratista de la policía borda el retrato de los sospechosos. Más que humor o chistes, podríamos afirmar que los diálogos de la serie están cargados de retranca y eso es lo que los hace diferentes.
En sus saltos en el tiempo, los personajes protagonistas se enfrentan a situaciones que hemos visto recreadas infinidad de veces y no por eso nos resultan cansinas ni pesadas, es más, son tan breves las apariciones de personajes de otras épocas y las constantes idas y venidas que, por primera vez, los estereotipos y tópicos se justifican, pues es la única manera de transportarnos en el tiempo de un plumazo y sin necesidad de ponernos en antecedentes. Otro punto a favor de la serie, sus silencios, los momentos en lo que no es necesario contar las cosas que ya estamos viendo, la capacidad de vencer esa tentación tan habitual de poner en boca de los personajes lo que está sucediendo, como si los espectadores no fueran suficientemente listos para reconocerlo por sí mismos.
Ver una serie de estreno siguiendo su hashtag en twitter es lo más parecido a verlo en una sala de cine con los comentarios del resto de espectadores y, si algo destilaba ayer el timeline, era sin duda alguna satisfacción. Por supuesto hubo voces en contra, comentarios negativos y cosas que gustaban más o menos, pero la sensación generalizada era muy positiva. Tanto es así que el único momento en que se revolucionó algo el gallinero fue cuando a mitad de episodio una de las actrices mostró un pecho, alterando a más de uno que puso el grito en el cielo como si de un pecado gordísimo se tratara. La verdad, si lo más que se le puede criticar a la serie es que en el minuto 40 salga una teta, creo que podemos afirmar que ha sido todo un acierto.
Como decía al principio, el estreno un martes no parecía una mala idea, aunque al final parece que ha pesado más el arrastre del primer episodio de Bajo Sospecha la semana pasada que el interés por el fútbol. Es uno de esos momentos en los que es fundamental tener paciencia y sentido común y ser conscientes de que hay noches en las que la oferta es muy buena en dos canales a la vez y ninguno de los productos debería sufrir por cuestiones ajenas a su propia calidad. Es uno de esos días en los que cobra todo el sentido el cambio en la medición de audiencias que desde hace unas semanas tiene en cuenta, no solo los datos del estreno, también los del consumo diferido en los siete días siguientes a la emisión en directo. Es una gran oportunidad para las buenas series de mostrar su valía más allá de su ubicación en parrilla y es una responsabilidad nuestra como espectadores darles nuesrto apoyo si consideramos que merecen la pena. Hayas visto Bajo Sospecha o El ministerio del tiempo, dale una oportunidad a la otra serie en la web de la cadena, no te arrepentirás y estarás contribuyendo a los buenos resultados de ficciones diferentes, que merecen la pena.
Llevaba meses esperando el primer episodio y me lo perdí por bobo.
Suerte de la web. Esta tarde lo veo.