A primera hora de la tarde saltaba la noticia, de la propia mano de Risto Mejide, en un tuit en el que anunciaba que abandonaba Viajando con Chester, y la sorpresa era mayúscula. Por lo inesperado, porque ya estaba anunciada la producción de una cuarta temporada y por los buenos resultados que el programa había obtenido desde el principio.
Los buenos resultados no solo lo eran en audiencia, en una noche de dura competencia como la del domingo, también en una crítica, muy generosa con un programa que, a priori complicado, se había ganado el reconocimiento de quienes echan de menos programas de entrevistas y, muy especialmente, de quienes se habían sentido sorprendidos tanto por el nuevo registro de un Risto hasta ese momento encasillado en su papel de troll televisivo, como por la capacidad de La fábrica de la tele, su productora, de salirse del universo Sálvame.
Qué ha podido pasar para que esta relación tan envidiable entre el publicista, la productora y el Chester termine es algo que en este momento se nos escapa por completo. Podrían ser cuestiones tan habituales en estos casos como el dinero o alguna oferta de las competencia, podría ser el clásico «ya no tengo tiempo y quiero descansar de este proyecto», también un argumento habitual aunque no siempre responda a la verdad. Pero no parece que ninguno de estos sea el caso y, aunque Risto se ha mostrado muy cariñoso con el proyecto y la productora en su despedida, parece obvio que hay algo en esta ruptura que desconocemos.
Puestos a aventurar, solo una cosa me viene a la cabeza, solo una cuestión ha chirriado en este programa en los últimos tiempos y ha sido la ocasional mención a la «obligación» de hacer un Chester a alguno de sus invitados. Ocurrió con Alberto San Juan, a quién se lo dijo abiertamente, ocurrió con Francisco Rivera, a quién claramente no encontraba cosas interesantes que preguntar porque parece bastante evidente que el mundo del corazón (principal atractivo del torero en televisión, máxime ahora que si no me equivoco está retirado de los ruedos) no es algo a lo que Risto quiera dedicarse, lo parecía con Jorge Javier Vázquez. No eran las únicas entrevistas que parecían forzadas y, dada la peculiar manera en que Mejide se enfrentaba al sofá y sus invitados, se notaba mucho cuando no estaba a gusto, posiblemente también porque no hiciera ningún esfuerzo por disimular su desinterés cuando lo tenía.
Cabe pensar que la productora o la propia cadena haya querido forzar al programa a convertirse en algo diferente a aquello para lo que nació, en un brazo más de un conjunto de programas que conforman una parrilla global y que, pese a emitirse en Cuatro, donde la verticalidad no es tan acusada como en Telecinco, Risto haya decidido que no es a eso a lo que quiere jugar. O puede simplemente que cualquier otra cuestión se haya interpuesto en la relación y hayan decidido dar por terminada la misma, no lo sabemos, aunque estoy casi segura de que no tardaremos mucho en hacerlo. Estas cosas terminan siempre por salir a la luz.
Lo que está claro es que perdemos un muy buen programa, uno que destacaba por lo natural, por acercarnos a personas muy conocidas desde otro punto de vista, por enfrentarles a preguntas que no son las típicas de los periodistas, sino más bien las que harían los propios espectadores, enfrentándoles a sus contradicciones, sin miedo a quedar mal, con grandes silencios. Se empieza a elucubrar con la posibilidad de que el programa siga sin Risto y sí, podría ser, al fin y al cabo el formato en sí mismo no era más que un programa de entrevistas, pero no será lo mismo. Yo desde luego lo echaré mucho de menos.
ACTUALIZACIÓN: Nada más publicar esta entrada, leo que Mediaset afirma que las cuestiones de la despedida han sido únicamente económicas. Después de tanto tiempo haciendo proyectos en el grupo, parece extraño que ahora, que es cuando las cosas empiezan a ir mejor, sea cuando una cuestion de dinero hace que rompan relaciones. Raro, raro.
El personaje de Risto está más quemado que la pipa de un indio, así que no es de extrañar que prefiera marcharse antes de que lo echen…