Miércoles por la mañana, Espejo Público recibe en plató a la madre de un joven de 17 años que ha desaparecido este fin de semana en Alcalá de Henares. Susanna Griso entrevista a la mujer, lógicamente abatida y, tras las preguntas pertinentes, conecta con una reportera en Alcalá, donde la policía busca al chico junto al cauce del río.

Hasta aquí todo normal. Lo hemos visto decenas de veces en estos casos, con conexiones en directo allí donde se busca a los desaparecidos o donde en algún momento se presupone podrían aparecer pistas que ayudaran a encontrarlos. Es una conexión perfectamente lógica para ilustrar una noticia como esta y, sin embargo, no he podido evitar pasar un mal rato pensando en la posibilidad, remota, pero posibilidad al fin y al cabo, de que de pronto se encontrara algo en ese río.

El momento en que la reportera ha dicho algo así como «acaban de llegar los efectivos policiales» ha sonado a que se había encontrado algo nuevo que reclamaba la presencia policial y la idea de que, en pleno directo, con la madre en plató, se pudiera confirmar la tragedia, me ha parecido tan terrible que estaba deseando que terminaran la conexión y pasaran a otra cosa.

Hubiera sido precioso que en esa misma conexión hubiera aparecido el chaval caminando por el puente, malherido pero vivo. Hubiera sido un momentazo televisivo espectacular y a todos nos hubiera emocionado, pero mucho me temo que las probabilidades de que eso ocurriera eran mucho menores que las de encontrarse frente a frente con un drama confirmado.

La misma situación, la misma idéntica circunstancia, podría haberse convertido en un documento precioso o en uno lamentable y, solo por esta última posibilidad, quizá habría que tener más cuidado con algunas cosas. Creo yo.

De la falta de sensibilidad del vídeo de presentación de la entrevista, con la madre presente en plató, que termina con la frase «Esta podría haber sido su primera y fatal salida nocturna» mejor no hablamos.