Después de 19 meses en prisión, uno de los personajes más mediáticos de la historia de la corrupción política española salía ayer de la cárcel (recordemos, bajo fianza y a la espera de juicio, es decir, volverá con casi total seguridad). La historia de Bárcenas se ha seguido con gran interés por parte de todos los medios de comunicación y sus escasas pero suculentas declaraciones han revolucionado la información cada vez que ha abierto la boca. No es de extrañar entonces que su salida de la cárcel despertará un gran interés y que todos los medios se agolparan a la entrada de la cárcel de Soto del Real y en la puerta de su vivienda para captar las imágenes y sus primeras declaraciones.
Desde primera hora de la mañana las cadenas de televisión conectaban en directo con los distintos programas en emisión, a la espera de ser ellos los encargados de dar la noticia en rigurosa primicia pero, ni en el informativo matinal, ni en los magazines que se emiten a continuación, ni tan siquiera en los programas de análisis político se podía dar la noticia. Pasaban las horas y las probabilidades de que el ex-tesorero hiciera su aparición en la puerta de la cárcel se iban incrementando por pura estadística y aún así, ni en Más Vale Tarde, ni en los informativos de las ocho y para algunos ni en los de las nueve, se pudo dar la noticia. Pese a todo, la expectación era máxima y algunas cadenas llegaron a tener un enlace permanentemente abierto con Soto y una ventana en pantalla mostrando las imágenes de una puerta de la prisión en la que apenas había movimiento.
Tuvo que ser al final del informativo de TVE y cuando en La Sexta se emitía El Intermedio cuando finalmente se produjera la salida de Bárcenas, en un evento que parecía más la llegada del hombre a la luna o el salto al espacio de Felix Baumgarten que la salida de prisión de un presunto delincuente.
Yo comprendo que esto es noticia y entiendo que haya que estar en primera línea de la información por si este señor hace unas declaraciones jugosas o simplemente para dejar constancia de un hecho que ha generado mucha polémica, desde su inicio y los delitos de los que se le acusa, hasta la manera en que sale bajo fianza, pasando por las mencionadas entrevistas que ha hecho desde la cárcel. Pero de ahí a que se tenga en pantalla durante horas la imagen, como si estuviéramos a punto de presenciar un hecho histórico que ha de ser retransmitido en riguroso directo, creo que hay un mundo y que lo de ayer fue muy exagerado y hasta absurdo.
¿Alguien temía que de no emitir las imágenes en directo el público no se fuera a creer la excarcelación? ¿Es que se esperaba que Barcenas arremetiera contra todo y todos, que tirara de la manta nada más asomarse a las puertas de la prisión? La opinión pública quiere saber y quiere ver, pero no demanda este tipo de seguimiento. Tanto es así, que durante la tarde, cuando parecía inminente la salida, prevista antes de las ocho de la tarde, la audiencia estaba masivamente conectada a la pasarela de moda montada en Sálvame, con más de dos millones y medio de espectadores, y a El Secreto de Puente Viejo, con otros dos millones. De haber salido de la cárcel en ese momento, solo Más Vale Tarde hubiera retransmitido el directo, con menos de un millón de espectadores al tanto, que demuestran que el interés por la inmediatez es más una creación artificial de las televisiones que una auténtica preocupación de los españoles.
Y sin embargo, donde parece complicado que vayamos a ver a Luis Bárcenas es una entrevista televisada, supongo que por una elemental cuestión de supervivencia, toda vez que sus declaraciones a la prensa desde la cárcel le han costado la defensa. Si las cadenas han estado tan atentas a la salida ¿no parece lógico pensar que estén detrás de él para una entrevista en alguno de los principales programas de debate político? Unos irán con el dinero por delante, otros harán gala de no ofrecerlo, pero no me cabe ninguna duda de que ahí estarán, llamando, insistiendo, negociando. Y si va, se montará la gorda, una vez más.