Que los Chunguitos eran unos piezas de cuidado a la hora de hablar estaba más que claro cuando Telecinco decidió que fueran los primeros concursantes en entrar en la nueva edición de Gran Hermano VIP. Muy graciosos en su forma de expresarse y en su evidente incultura, muy al estilo tróspido, solo que sin editar, mucho menos si entraban en un reality emitido las 24 horas y con muchas conexiones en directo. Creo que a Telecinco le perdió la prisa por quitárselos a la competencia y no se pararon a medir con suficiente cuidado las posibles consecuencias de su decisión. No es lo mismo Palabra de gitano y las barbaridades que se puedan escuchar ahí, que no deja de ser un formato que podríamos calificar de información, investigación, divulgación, que un reality, que es puro entretenimiento.
Así es como en menos de una semana, los piquitos de oro de estos dos piezas han ofendido a los negros, a los gays y han presumido de abandonar mascotas, generando una crisis tras otra hasta que ayer, tras las protestas formales de la Federación de gays y lesbianas y de las juventudes del Partido Socialista (yo creo que Pedro Sánchez no se perdió con el GPS, estaba viendo Sálvame y se le fue el santo al cielo) terminaron por expulsar a los concursantes, eso sí, en horario de máxima audiencia.
Y es donde se volvió a generar otra polémica, pues muchos acusaron a la cadena de esperar al mejor momento de audiencia para echarles en lugar de hacerlo de forma fulminante tras sus palabras ofensivas. Y aquí es donde yo ya no comparto la crítica. Se trata de un programa de televisión, uno en el que la cadena no ofende a nadie, sino que son los participantes en el reality los que, expresando libremente su opinión, ofenden a una serie de colectivos y a ciudadanos de a pie con sus comentarios racistas, xenófobos y deshumanizados, opiniones que no son un acto violento, que no ponen en riesgo la seguridad de nadie y que pueden perfectamente esperar unas horas a ser reprendidos. Es más, creo que el castigo es mayor cuando se afea la conducta en prime-time que si se hace en el momento, cuando el programa solo se emite en el canal 24 horas, cuando solo unos pocos espectadores están al tanto de lo que ocurre.
Nos olvidamos a veces de que la mayoría del público de estos programas no consume el 24 horas, algunos ni siquiera saben dónde buscarlo o no se molestan en hacerlo, porque tienen suficiente con los resúmenes que emite Telecinco, los comentarios en Sálvame y El Debate o sencillamente con la gala de los jueves. Es a este público al que de verdad se debe la cadena, aunque no sean ellos los más fanáticos, porque son ellos los que dan los excelentes datos de audiencia (4,3 millones de espectadores y un 31,5% de share) que anoche conseguía el programa y los que suman dinerito a las arcas de la cadena. No es solo que estos espectadores merezcan que las cosas importantes pasen en su presencia es que, insisto, si se trata de una expulsión disciplinaria, cuanto más llamativa sea esta, más valor tendrá la acción, mejor se estará comunicando el mensaje «en esta cadena no toleramos ningún tipo de menosprecio por cuestión de raza o condición sexual».
En cualquier caso, no puedo evitar sospechar que, pese a que los comentarios de los chunguitos me resultan perfectamente verosímiles en su discurso, y contando con que alguien les habrá ido avisando de que no pueden hablar así en televisión, han ignorado los avisos para forzar la expulsión. No es solo que se les pillara urdiendo un plan para salir fingiendo estar enfermos, es que la noticia de la expulsión no les afectó lo más mínimo, ni se mostraron disgustados en ningún momento, ni en la casa, ni posteriormente en plató. Algo huele a chamusquina en toda esta historia.
En el lado de Telecinco, solo me queda afear la conducta de quién expulsa a dos concursantes por su forma de pensar, pero les mantiene en las galas y los debates. Supongo que algo tendrá que ver con el proyecto Gipsy Kings que tienen los hermanos Salazar en Cuatro y que mostrará el día a día de la vida de estos dos personajes, editado eso sí.
«Solo me queda afear la conducta de quién expulsa a dos concursantes por su forma de pensar, pero les mantiene en las galas y los debates.»
Un análisis extensible al mundo político, profesional y social en el que criticamos los comportamientos de personas con las que luego trabajamos porque nos conviene.
Ser coherente es muy duro, pocas personas pueden tirar esa primera piedra, pero está bien recordar que sabemos cuáles son nuestros principios cuando nos cuestan dinero. Y relaciones.