«- ¿A partir de ahora vas a ir siempre disfrazado de mujer?
– Me ha pasado toda la vida disfrazado de hombre»
Un sencillo diálogo que describe a la perfección el punto de arranque de Transparent, una historia que, pese a haber recibido el premio a la mejor comedia en los recientes Globos de oro, no tiene nada de cómica, más bien al contrario, pues describe con gran crudeza y al mismo tiempo mucha alegría, los cambios existenciales en la vida de su protagonista, sus tres hijos ya adultos y su ex-mujer.
Premiado también como mejor actor, Jeffrey Tambor es un hombre divorciado, ya retirado, que decide que es el momento de ser fiel a sí mismo y empezar a vestir de mujer, solo como primer paso al resto de su vida, que quiere vivir como la mujer que siempre ha sentido ser. Solo en un gran chalet, con sus hijos ya independizados, la vida comienza a cobrar un nuevo sentido para él y su cara a cara con la realidad no parece incomodarle más allá de las necesarias explicaciones que ha de dar a sus tres hijos. Abandona su casa, empieza a relacionarse con otras personas en su misma situación y empieza una nueva vida, no exenta de complicaciones.
A diferencia de lo que pudiéramos esperar, sus hijos se toman de forma muy natural la noticia de la transformación de su padre. Con alguna risa, momentos de incredulidad y dudas sobre la forma de comportarse a partir de ese momento, parece que todos los cambios queden reducidos a llamar Mapá a quién hasta ahora había sido Papá y la vida sigue. Pero es que estos hijos están también pasando por su propia crisis existencial: la hija mayor abandona a su marido por una antigua novia, la pequeña no sabe qué hacer con su vida y el hijo, un reputado productor musical, se queda sin trabajo tras ser acusado de acoso por dejar embarazada a una de las cantantes de su sello discográfico e insistir en que tenga el hijo que ella no quiere tener. Mientras tanto, la madre de esta complicada familia, vive con su segundo marido, enfermo de afasia, pero completamente despreocupada (en negación diría yo) por su estado de salud o sus dificultades para valerse por sí mismo o comunicarse con el mundo.
Como podéis ver, cualquier parecido con una comedia es puramente casual o mero marketing, pues no hay nada sencillo o medianamente estructurado en la vida de ninguno de los personajes protagonistas. Y sin embargo, todos ellos aparentan una calma y una tranquilidad ante los cambios que están ocurriendo en sus vidas que a veces parece que estén todos fumados o simplemente no estén bien de la cabeza. Nada les hace entrar en crisis, nada les supera más allá de un ratito y todos los problemas parecen desvanecerse con una aceptación fabulosa de la realidad y un mañana será otra día que convierten a la serie en una auténtica delicia.
Los temas musicales elegidos para acompañar este día a día son tranquilos, suaves notas de piano, dulces melodías que podrían formar parte del programa de un grupo de terapia para superar los cambios y los miedos en una familia que está en grave crisis pero en la que ninguno parece darse cuenta, en donde todos se dejan llevar, aceptándose unos a otros y quitándole importancia a todo, como si estuvieran en una nube, como si todo fuera a ir bien, con la certeza de que todo va a ir bien. Absolutamente delicioso y superficialmente divertido.
Quizá porque acaba de comenzar su cuarta temporada y entre episodios de Transparent he visto el regreso de Hannah y sus amigas, no puedo evitar pensar en Girls, otra serie sobre crisis existenciales que es la antítesis absoluta de esta. En una, un grupo de jovencitas con toda la vida por delante hacen un mundo de cualquier pequeño tropiezo, incapaces de superar las más absurdas cuestiones que se les plantean, histéricas en el duro Nueva York. En la otra punta, en la siempre apetecible California, esta otra familia, con su vida adulta ya encaminada, no parece temer a nada y se enfrenta a los cambios con la alegría y naturalidad de quién no se asusta ante las dificultades. La comparación me hace recordar ese dicho que avisa «no vivas en Nueva York tanto tiempo como para que te vuelva insensible, ni en California tanto como para volverte demasiado sensible» (traducción libre).
Transparent tiene 10 episodios, yo llevo solo seis pero me está gustando muchísimo. He tardado en animarme a verla, a pesar de todas las cosas buenas que leía sobre ella, y ahora estoy totalmente entregada. Pese a lo complicado de la historia que cuenta, es absolutamente maravillosa.