Ayer los espectadores españoles ponían el grito en el cielo por la emisión, por parte de los informativos de todas las cadenas (solo TVE mostraba la imagen algo borrosa) de una crudas imágenes en las que se veía a los terroristas que entraron en Charlie Hebdo rematando a un policía en la acera. Quienes protestaban por su emisión, la consideraban cruel e innecesaria y un ejercicio de amarillismo impropio del buen periodismo.
Sin embargo, yo no estoy segura de que no deban emitirse ciertas imágenes en tv. A veces puede ser necesario para transmitir el horror de ciertas acciones. No estoy segura.
La televisión anestesia, nos acostumbramos a ver ciertas cosas y luego ya no nos impactan y, cuando el mundo está volviéndose loco, a veces puede ser necesario despertar y solo presenciando la crudeza de alguna acciones uno puede llegar a darse cuenta de que esto está pasando de verdad, que no es un episodio más de Homeland o 24, que hay auténticos asesinos ahí fuera dispuestos a terminar con todo en nombre de no se sabe muy bien qué y que algo así, tan irracional, puede pasar a cualquiera. Si esa es la labor de la televisión o no ya es otra cosa.
Se ha sido tremendamente cauto con otro tipo de imágenes bárbaras que recientemente podían haber impactado a la sociedad. Los repetidos degüellos de periodistas a manos de terroristas que con estos actos solo buscan publicidad, transmitir el miedo, cercenar la libertad, no tienen sentido en nuestras pantallas, pero ver a unos asesinos armados con armas de guerra salir huyendo de una redacción de una revista y rematando a un policía en el suelo, son otra cosa. Se ve el momento del disparo final, la naturalidad con que ocurre y cómo el asesino ni se inmuta, pero no vemos sangre. El impacto, el horror, no provienen de una escena de esas tan dadas a ser descritas como dantescas. El horror solo viene del hecho en sí mismo, de la bestialidad a la que asistimos. Y a veces, puede ser necesario algo así para que despertemos del letargo que tenemos como sociedad.
He visto en televisión imágenes mucho más desagradables, tras accidentes, desastres naturales, derrumbamientos, hambrunas… hemos visto morir a Omaira tras días sepultada por el lodo y aún nos horroriza. Hemos visto a niños africanos con la muerte marcada en las costillas intentando tragar alimentos que llegan demasiado tarde. Son documentos de una historia trágica que podría evitarse, que debe ser contada con respeto pero con toda la crudeza que alberga, porque ocurre lejos y es fácil no sentirse parte de ello. ¿Por qué lo que ocurre cerca ha de ser tratado de otra manera? ¿Por qué ha de ser dulcificado? La gente se muere, mejor dicho, a la gente la están matando, por sus ideas, por las de otros. Que en televisión no salga no quiere decir que no esté ocurriendo. Protegernos no es esto.
Es el pensamiento que me asalta esta mañana, pero insisto, no estoy segura.
Imagen: Economia Digital
[…] espectacularización. Hablando del terrible atentado contra la revista Charlie Hebdo, ella defiende no estar segura, y yo respeto su planteamiento, e incluso comparto la idea de que a veces es necesario mostrar la […]