Entre los numerosos repasos que en estas fechas se hacen al panorama televisivo, con selección de las mejores y peores series, de los estrenos más o menos relevantes o de los proyectos que están por llegar, Mashable lanza su caña al futuro e intenta pescar las tendencias de consumo que se asentarán en los próximos doce meses. Y estas son las seis más destacadas:
El streaming y la oferta de contenidos multiplataforma: aunque pueda parecer que no todas las cadenas están convencidas de la necesidad de ofrecer sus contenidos en todos los formatos posibles, esta necesidad parece un hecho incontestable. Lejos quedan ya aquellos tiempos en los que tener una página web era un estar por estar y solo se subían vídeos una vez a la semana, con suerte. Hoy en día, el contenido ha de estar disponible en todas las plataformas posibles, haciendo esencial separar la tecnología del contenido que, como siempre, es el rey.
Los móviles están fomentando el crecimiento del contenido premium: esta es una cantinela que llevo escuchando casi una década ya, que si los móviles por aquí, que si los móviles por allá, que todo el mundo consume televisión en los móviles, pero he de decir que sigo sin verlo claro. Ni los contenidos televisivos tradicionales están adaptados al consumo movil, empezando por la duración de los mismos, ni la wifi está tan extendida como para que podamos consumirlos sin comernos los gigas de nuestro contrato telefónico en un par de días. Otra cuestión bien distinta es la creación de contenidos nuevos especialmente diseñados para este tipo de dispositivos y esta nueva forma de consumir. Que surja un nuevo entorno en el que las historias se cuenten en formatos cortos y de consumo asíncrono es otra cuestión, que avanza inexorablemente.
La participación creciente de los espectadores: los datos sobre el uso de la doble pantalla en EE.UU. son abrumadores, pues se estima que el 85% de los espectadores está interactuando por medio de un segundo dispositivo mientras ve la televisión. Esto es, sin duda, un tremendo filón a aprovechar por los creadores de contenidos, que deben buscar la manera de sacarle partido a esta permanente participación de los espectadores en la conversación sobre los mismos. Es esta una tendencia que hemos visto instalada por completo en nuestro día a día, ahora solo queda mantenerla y estar atentos a las posibles nuevas herramientas que, como ha ocurrido con Twitter, pueden dar un vuelco a la forma en que los espectadores se comportan entre si. El paso más allá es el de hacer partícipes a estos espectadores del desarrollo de las tramas, hay quién afirma que esto es lo que demandan las nuevas generaciones, aunque soy particularmente escéptica sobre este punto, que obliga al televidente a ser proactivo en un entorno tradicionalmente de desconexión, en el que queremos que nos entretengan sin mayores pretensiones, sin que nos hagan «trabajar».
Repensando el spot tradicional: esto es ya una obviedad tan grande que a veces parece imposible que aun sigamos siendo interrumpidos de la forma en que lo somos. La numerosa oferta para hacer zapping, los programas que bloquean la publicidad online y las opciones para hacer fast-forward en discos duros y dispositivos de grabación (también las descargas más o menos legales de contenidos) hacen que el tradicional spot que interrumpe esté pasado de moda y tenga cada vez menos efectividad. La audiencia de los programas en que se emiten ya no sirve como referencia, pues también se miden ahora los minutos ocupados con publicidad, por lo que hay que esmerarse para encontrar nuevas formas de impactar a los clientes potenciales y hacer llegar el mensaje.
El peligro de los spoilers: como elemento esencial de los medios sociales, con cientos y cientos de espectadores deseosos de comentar los últimos acontecimientos ocurridos en sus series favoritas, la red se ha convertido en un campo de minas cada vez que una serie tiene un giro inesperado, cada vez que llegamos al final de una historia que nos ha acompañado por temporadas, cada vez que un personaje nos deja. Este peligro es también una oportunidad para que cadenas y productoras abracen a sus fans y los agasajen con todo lo que puedan para convertirlos en altavoces, en los principales promotores de la creación televisiva. Incluido en esta categoría tenemos el binge-watching, esa manera de consumir episodio tras episodio a modo de maratón que gracias a Netflix y su estrategia de estrenar temporadas de golpe ha dado un vuelco a la narrativa tradicional, basada en los tiempos del calendario tradicional, las esperas entre episodios, las pausas por vacaciones. Todo un reto para los creadores.
Big Data: como en tantos otros sectores hoy en día, el análisis de todos los datos que las tecnologías recientes ponen a nuestra disposición se está convirtiendo en elemento clave de la creación. Desde el análisis concreto de las audiencias hasta la observación de las reacciones en medios sociales, todo son datos a tener en cuenta sobre el comportamiento de los espectadores y la manera en que podemos conquistarlos, mantenerlos. Es esencial aprender a sacarle el mejor partido y, aunque la televisión y sus audiencias nunca han sido una ciencia exacta, no cabe duda de que los datos ayudan a a entenderla.