Lleva emitidos apenas dos episodios, el primero pasó sin pena ni gloria, el segundo ha dado un bajón sobre los ya discretos datos de su estreno. No es de extrañar, porque la nueva serie de Katherine Heighl es una más de las historias de espías y guerra contra el terrorismo islámico que vemos últimamente en televisión y cine, una que necesita algo más que ofrecer que una historia de intrigas y traiciones.
Heighl interpreta a una agente de la CIA que acaba de sufrir una terrible pérdida en un ataque terrorista, su prometido, compañero de trabajo y además, hijo de la presidente de los EE.UU. ¡casi nada! Un año después de su muerte, los detalles del ataque siguen siendo inciertos y se despiertan nuevas dudas en la protagonista, que vive en una espiral de autodestrucción que solo ella y sus amantes de una noche intuyen, pues una vez dentro de las instalaciones de la CIA, parece una chica normal con un trabajo intenso y muy complicado, dedicada en cuerpo y alma a defender a su país y a localizar al responsable de la muerte de su prometido.
Como vemos, la historia es muy simple, como también lo es el desarrollo de la misma, que se basa en la caracterización de su protagonista en un rol en el que no la conocíamos, acostumbrados como estamos a que sea protagonista de comedias románticas o verla enfundada en la bata de trabajo de Seattle Grace. Y no parece dar mucho más de sí, al menos no en este papel ni en esta serie, que se queda muy a medias de todo, pese a tener una buena dosis de intrigas y giros medio dramáticos.
No sé qué fue exactamente lo que paso entre Katherine Heighl y Shonda Rhimes que acabó con esa relación y me cuesta pensar que alguien tenga un arrebato de orgullo y se revuelva de esta manera contra alguien tan poderoso si no tiene verdaderos motivos para hacerlo, pero también sé que da la sensación, al menos desde mi punto de vista, de que la actriz pensó que iba a ser la nueva Julia Roberts o Jennifer Anniston (de hecho, parecía que su carrera iba enfocada a ello y todos pudimos llegar a pensarlo en algún momento). La realidad es que su paso por el cine ha pegado un frenazo importante y que su presencia de nuevo en televisión no ha provocado la expectación esperada y su serie puede que ni siquiera llegue a término. Malos tiempos corren para Heighl.