Si algo ha tenido muy claro Telecinco desde hace más de una década es la retroalimentación de sus programas, y la fusión con Cuatro no ha hecho más que dotar al grupo de un elemento más para autopromocionarse en bucle. Pero estas prácticas tienen sus riesgos y, aunque como concepto puedan funcionar bien, también pueden terminar por fagocitar algún programa.
Es lo que este fin de semana ha podido pasar con Viajando con Chester, uno de los programas de televisión que espero con impaciencia cada semana, pues me gusta la manera de entrevistar de Risto Mejide, descubrir otra cara de personajes muy conocidos, o descubrir a personajes hasta el momento limitados a facetas muy superficiales de su vida o profesión, incluso conocer a otro Risto diferente al personaje que en su momento le convirtió en éxito televisivo.
Viajando con Chester está producido por La fábrica de la tele, la misma compañía detrás de Sálvame, lo que posiblemente haya sido motivo suficiente para que Jorge Javier Vázquez pasara por el sofá, en una entrevista que no ha sido de las mejores del programa, con lo que no puedo evitar pensar que haya sido impuesta de alguna manera (se nota cuando Risto disfruta de su entrevistado y cuando este no le da juego). Jorge Javier tenía un Chester, sí, pero ya puestos a fomentar la endogamia, casi hubiera preferido a Belén Esteban y a un Risto sin miedo ni pleitesías (como suele ser él) haciendo todas las preguntas incómodas y todos los reproches que nunca se le han hecho a este personaje, acostumbrada a que todo el mundo le baile el agua. Pedro García Aguado tenía otro Chester, por supuestísimo que sí, de hecho ha sido uno de los más alabados, de los más potentes y hasta sobrecogedores que hemos podido ver. Hasta Frank Cuesta tiene un Chester y así se lo han ofrecido este mismo fin de semana, después de lo ocurrido con su mujer y sus protestas por la escasa, por no decir nula, atención que ha recibido por parte de los responsables de la cadena. La endogamia no es mala por sí sola.
Pero volvamos al tema de este fin de semana. Entrevistados: Francisco Rivera y María Belón. En principio, nada que objetar. De hecho, la entrevista a María, recordemos, superviviente del tsunami que arrasó la costa tailandesa hace ya casi 10 años y protagonista de la historia que retrata Lo Imposible, ha sido una de las más emocionantes del programa. No solo para mí como espectadora, también para un Risto que en no pocas ocasiones se quedaba sin palabras ante la fuerza de la narración de una mujer que lleva años ya dando su testimonio, pero a la que yo nunca había visto como ayer, más dura y al mismo tiempo más tocada que nunca. María Belón tenía un Chester, por supuesto que sí y su entrevista hace aún más potente la emisión de la película el próximo martes en Telecinco, pero caray, tiene algo de incómodo utilizarla como promoción de un estreno destinado a arrasar a la competencia casi como una ola maldita.
Y ¿qué decir de la entrevista a Francisco Rivera, emitida en la antesala de la entrada de Isabel Pantoja en prisión?. Ni el torero tenía un Chester, soso como siempre ha sido, a pesar de las numerosas portadas que acapara, ni su relación con la futura presa tiene mayor interés, más allá de servir a los tertulianos de Sálvame para ponerle verde por la inoportunidad de sus declaraciones (solicitadas por el programa y emitidas cómo y cuando ellos han decidido, no a voluntad del protagonista). Utilizar un programa como Viajando con Chester como arma arrojadiza para hacer sangre de una relación ya de por si deteriorada como la de los Pantoja y los Rivera me parece un juego sucio al que Risto no debería prestarse. De hecho, casi creo que la entrevista entera sobraba, pues me costó encontrar algo interesante en las preguntas, no digo ya en las respuestas. El programa no necesita recurrir a invitados de este tipo, solo para promocionar y mover otras franjas y cadenas que se venden por sí solas.
Sería una pena que el tono general de las entrevistas y sus invitados cambiaran para convertirse en simple abono de otros programas que nada tienen que ver con una buena y relajada conversación de sofá.
Este buen señor hará lo que le manden que para eso está más que acostumbrado a bajarse los pantalones; recordemos que procede del mundo de la publicidad, ámbito donde se vende a la mujer y a las hijas para conseguir clientela solvente. Así que mientras en el bolsillo haya rupias, todo seguirá a pedir de boca (para él).