Cuatro parece estar dando un giro claro a su personalidad y uno además que está dando resultado. Programas como Todo va bien, Adán y Eva o el estreno anoche de Killer Karaoke, apuntan a una búsqueda de público joven y entretenimiento sin pretensiones que podría por fin dar los resultados esperados, aunque sea renunciando a la marca con la que nació, mucho más sofisticada.
En este camino hacia la banalidad bien entendida, el regreso como pareja de Patricia Conde y Florentino Fernández ha conseguido congregar el interés de casi dos millones de personas, en una noche poco competitiva en la que se llevaba la palma su hermana mayor, con el regreso de Jorge Javier Vázquez a cargo de Hay una cosa que te quiero decir. Veremos qué ocurre la próxima semana en que Antena 3 mueve la recta final de Top Chef a la noche de los miércoles para ubicar en su lugar el estreno de Cuéntame un cuento, pero esa es otra historia.
El primer acierto de Killer Karaoke ha sido su presentación a medios. En los tiempos de twitter, nada mejor que invitar un montón de personas relevantes en el mundo de la información televisiva a probar las pruebas del concurso para asegurarte dos cosas: que estarán atentos y tuiteando el estreno, del que de algún modo se sienten partícpes, y que serán capaces de identificarse con los concursantes de un modo poco habitual, con la inevitable empatía que esto provoca, con los atrevidos participantes y con el programa en general. Así, ser Trending Topic se vuelve mucho más sencillo pero, lo que es mejor aún, el análisis del sentimiento generalizado que se produce, da unos resultados tremendamente positivos.
Otro de sus puntos a favor es la indiscutible química entre sus presentadores, que se muestran mucho más naturales de lo que hemos podido verles en sus últimos proyectos televisivos: Flo bastante más reposado y dejando la intensidad y el exceso para los habitantes de las cajas y Patricia Conde mucho más solvente y sin sacar partido al forzado tópico de rubia tonta que tan bien le ha funcionado hasta ahora. Para ser el primer programa se les notaba muy cómodos en el formato y controlando bastante bien todos los aspectos del mismo, algo que no suele ser habitual en este tipo de programas en los que los presentadores y concursantes acostumbran a estar perdidos, sin saber muy bien qué hacer y con la sensación de haber sido recogidos de la calle cinco minutos antes para participar en las pruebas.
Killer Karaoke es, sin embargo, un programa flojo en su concepto, mucho más apropiado para un access que para un prime time, más efectivo si tuviera una duración más corta que presentado en una franja de dos horas, en las que termina resultando chillón y repetitivo. La fórmula, tan utilizada desde hace décadas ya, como resultona, de meter la mano, los pies o la cabeza en una caja llena de los más repugnantes animalitos, sigue siendo sorprendentemente efectiva, pero no para un programa de dos horas en el que realmente no hay más. Un programa en el que entrar y salir sin mayor problema, que no fideliza y que realmente es difícil de ver en toda su duración. Me cuesta creer que llegue a tener recorrido.
Si lo que busca Cuatro es la banalidad, KK -jejejejejej- es perfecto. Dos horas de perfecta vacuidad con la que echarse unas risas.
Pero… tiene fallos graves. Primero, dos horas para esto es un desperdicio total de tiempo. Si lo acortasen a una hora sería más llevadero. Segundo y consecuencia del anterior, el ritmo es lento como una oruga. La presentación de los concursantes y su casting es estúpida e innecesaria, puro relleno hueco. Pero además no hay química entre Flo y Patricia: se dan pie uno a otro pero todo suena a falso, yo creo que sí solventan la presentación del programa, pero los notaba distantes. Tercero, el público decide quién gana en un alarde de arbitrariedad total. La prueba de los ventiladores era mucho más difícil que la de los chubbies sudorosos, la chica cantó mejor -bueno, cantó, que ya era mucho- mientras que la otra se dejó la mitad de la letra. Por no hablar de la última pareja: uno iba vestido de forma ridícula y al otro se lo comieron vivo los insectos… No hay igualdad en la dificultad y eso genera una sensación de injusticia.
Pero lo peor en mi opinión es el uso de animales vivos a estas alturas de la película. La mofeta, las serpientes o los insectos pueden ser divertidos o estomagantes, pero no hay motivo para provocarles estrés gratuito o directamente matarlos -seguro que varios insectos perecieron entre las risas del público y el terror de los concursantes-. Esto ya no es necesario y resultaba mucho más divertida la prueba de los ventiladores o electroshocks.