Después del triste arranque de la campaña Crea Cultura que Atresmedia puso en marcha con un, en mi opinión, lamentable anuncio, ayer tuvimos la ocasión de asistir al primero de una serie de encuentros organizados por el grupo en los que pretenden acercar posturas entre la vieja industria y sus modelos de negocio y los nuevos modos de consumo derivados de los avances tecnológicos.
Para ello, contaron con la presencia del siempre cabal Jeff Jarvis, experto en economía digital y firme defensor de algunas cuestiones elementales en este asunto: la necesidad de que tecnología y creación se entiendan, la importancia de fomentar una sin cercenar el avance de la otra, la ausencia de un modelo único a preservar, los riesgos de legislar en cuestiones que aún están en pañales y por el momento podrían seguir gestionándose con leyes del mundo offline y, muy especialmente, la importancia de hablar sin que la pasión nos ciegue.
Frente a él, Irene Braam, Vicepresidenta de relaciones gubernamentales de la editorial Bertelsmann quién, como representante de una empresa que hace negocio con la información y los productos culturales, tenía una opinión bastante menos abierta que la de Jarvis, pero con quién logró llegar a un buen puñado de argumentos comunes. Afirmaba, me atrevería a decir con cierto hastío, al principio de su participación, que lleva 12 años discutiendo estas cuestiones y que tiene la sensación de que se ha avanzado bastante poco en la cuestión. Esa misma sensación es la que teníamos desde la sala algunos de los presentes, habituales en la conversación alrededor de esta nueva economía que, lejos de poner en valor la atención y el interés masivo del público por determinados productos culturales, nos ha convertido, en especial a nosotros como españoles, en representantes de la cultura pirata, denostados e incluso apuntados con el dedo como ladrones y ciudadanos inmorales.
Prueba de esta fea costumbre la tuvimos al comienzo del foro, con afirmaciones grandilocuentes sobre el número de salas de cine cerradas por culpa de la piratería (debe ser el único sector en el que los negocios no se ven afectados por ningún otro factor), la equiparación de las descargas con el robo de productos físicos o en el turno de preguntas, cuando un individuo que no había entendido nada de lo planteado en hora y media de debate solo supo reclamar el endurecimiento de la legislación para equiparar las penas y multas a las de cualquier asesino en potencia que circula por carretera a una velocidad inadecuada.
En un par de horas de foro hubo, como cabía esperar, opiniones diferentes y algunas de ellas basadas en datos difícilmente comprobables o directamente erróneos, pero quiero quedarme con lo positivo, con esa hora larga de conversación en la que primó la sensatez y el interés por encontrar soluciones y puntos en común. Es inevitable, escuchando a algunos, pensar que foros como este solo sirven para dar imagen de buena voluntad y diálogo o incluso que, existiendo esa buena voluntad, hay una cerrazón que impide cambiar el discurso o siquiera abrir la mente a esa posibilidad. No quisiera pensar que, una vez finalizada esta iniciativa, de nada habrá servido invitar a quienes no piensan como la industria viejuna, pero me cuesta…
[…] sólo consiste en que tienen que comprar equipos nuevos y eso genera amortizaciones. Horror. Susana todavía cree que el experimento es positivo, servidor lo da por perdido. Hagan caso a Rodrigo Cortés: “No […]