Lo normal es que las televisiones hagan seguimiento de las noticias más destacadas de la actualidad para informar a los espectadores y alimentar sus programas, bien sean los meramente informativos o los de mayor contenido social, donde originalmente tenían cabida las noticias del corazón y que han terminado por conformar un género propio. Unos y otros han sido siempre elementos importantes de la tarea de informar y concretamente los informativos, pilar fundamental de cualquier canal de televisión generalista, orgullosos siempre de los datos que avalan a sus periodistas más reconocidos, incluso cuando no son líderes de audiencia.
Lo que posiblemente nadie imaginaba hace una década es que la actualidad política y la del corazón iban a desarrollarse de tal manera que los hechos parecieran construidos para engordar audiencia, para generar un consumo exagerado de ciertos programas que, sin casi mover un dedo, se enfrentan a tal cantidad de información y noticias que cubrir que el trabajo de quienes durante años se han dedicado a buscar los temas del día está a punto de desaparecer por innecesario… aunque todo apunta a que simplemente mutará en profesionales eligiendo entre la numerosa oferta de temas propuestos por políticos y famosos, a modo selfie del día.
Programas del corazón como Sálvame son unos privilegiados al lado de otros programas de similares características que, emitidos hace años, debían rebuscar en la noche madrileña o crear frikis de la nada entre pobres gentes con delirios de grandeza. Hoy en día todo es abundancia: famosos que entran en la cárcel, se resisten a entrar o dentro de nada ya acabarán saliendo, hijos de famosos embarazados antes de tiempo, separados, huidos de la justicia, encarcelados también, bodas canceladas, bodas anunciadas entre exes. ¡Es una auténtica fiesta! Obviamente, luego hay que tomar la información y saber sacarle partido de forma entretenida e incluso darle una importancia exagerada a las cosas para que termine por parecer que esos pobres desgraciados son familia nuestra y debemos perder el sueño pensando en su destino, pero los mimbres ya están puesto y nunca como ahora fueron tan brutalmente ricos.
Y no se trata solo del mundo del corazón, el de la política está también tan sumamente revolucionado con unos y otros metiendo mano a la caja, compartiendo fotos con jovenzuelos de extrañas circunstancias o dejando por el camino novias despechadas que sabían demasiado, que no es de extrañar que cadenas como Cuatro y La Sexta, especialmente dedicadas a comentar estas jugadas, estén viendo records de audiencia de todos sus programas de actualidad. No han terminado de analizar el último escándalo cuando ya están las portadas de los periódicos con uno nuevo y la máquina de analizar, criticar, denunciar y rebuscar en la hemeroteca echando humo. Verdaderamente, si les dieran a todos estos una parte de los ingresos por publicidad que las cadenas cosechan por cada una de sus tropelías, no necesitarían esconder nada porque estarían forrados.
Cuando unos y otros eligieron poner en antena estos programas, estoy segura de que jamás imaginaron que los del otro lado terminarían por hacerles parte del trabajo.