Empezó con toda la fuerza del mundo, recuperando a unas cuantas decenas de antiguos concursantes en un lipdub (aunque no lipdubearan nada) con una fuerza sensacional y metiendo a su presentadora, la incombustible Mercedes Milá, en la casa, sin que nadie supiera cuánto tiempo estaría allí. Todo un pistoletazo de salida de primer nivel para un formato que, tras quince años en emisión, tiene cada vez más complicado conseguir un audiencia lo suficientemente buena como para compensar económicamente una producción tan cara. Llegó a todo tren pero se desinfló casi con la misma rapidez.
Muchos son los motivos que se han aducido para la pérdida de interés del formato en estas primeras semanas de emisión: que la presentadora apenas estuviera una noche en la casa fue un jarro de agua fría para quienes apostaban por la vuelta de tuerca definitiva, los concursantes resultaron llevarse todos fenomenal y no crear conflictos, pese a la minuciosidad con la que el equipo de casting había buscado el enfrentamiento, y las novedades en el sistema de nominaciones y participación por parejas eran tan confusas que no ayudaban nada a que el seguidor del programa mantuviera el interés. Si a esto sumamos un exceso de galas en jueves y domingo, sin una estructura clara para el espectador y sin demasiado contenido de interés, no sorprende que los 15 años de programa se hicieran tan largos.
Pero nada como una buena dosis de familiaridad para que el programa repunte y la audiencia empiece a sentirse cómoda frente al televisor, solo son necesarios dos elementos: ‘edredoning’ y conflicto. El primero es incontrolable, pues no hay modo de saber qué parejas se crearan o hasta dónde llegará su afinidad y su química, pero el segundo, si no surge de forma natural, es muy sencillo de provocar… y han tenido de ambos. De una parte, la única pareja que actualmente retoza por la casa ya ha hecho sus pinitos amorosos bajo las sábanas y tras las rosas de la ducha, un plató de primera para esta peli de porno light que se han montado Omar y Paula. Yo siempre imagino el momentazo que tiene que vivir la gente que trabaja en Guadalix, horas y horas delante de unos monitores sin nada que llevarse a la escaleta, cuando de pronto se les ofrece este regalo, eso sí debe ser un vídeo para ver. Y cuando mejor está la parejita ¡Zas! La ex-novia entra en acción, una ex-novia además con una personalidad de agárrate que, tras el buen rollo de su discurso, deja entrever un sibilino plan para salirse con la suya. No es de extrañar que al pobre Omar, que recordemos se ha encontrado con su medio hermano en la casa, no se le ocurriera otra manera de reaccionar que afirmando sentirse protagonista de un culebrón. ¡Pobres incautos!
Resultado de todo lo ocurrido ayer en el programa: un incremento notable de la audiencia, que colocó la gala en el segundo lugar de la noche, tras Águila Roja, casi igualados en share aunque esta última lograra más de un millón de espectadores más que Telecinco. El eterno juego de elegir entre rating y share que hace que las audiencias puedan leerse como mejor convenga al que las interpreta, pero que arroja un dato incontestable: la gala del jueves remonta y la salud del programa, de momento, parece que también. A esto debemos sumar que a partir de este mismo domingo ya se emite El debate de Gran Hermano en lugar de una nueva gala, retomando así la dinámica habitual de expulsiones y nominaciones, lo que debería redundar en un estabilidad mayor de sus resultados.
Si algo deja claro este arranque del programa es que los humanos somos animales de costumbres, cotillas y un poquito carroñeros. Como el experimento sociológico que Mercedes Milá siempre ha defendido que es, hace años que esto lo sabíamos ya, pero no deja de reafirmarse año tras año y llevamos quince ya.
Francamente, todo el asunto apesta a montaje.
1.-Entran Paula y el mexicano.
2.-Entran Vitin y Omar.
3.-Entra el hermanastro de Omar que resulta que no sabía que tiene un hermanastro.
4.-Omar y Paula se enrollan.
5.-Sale el mexicano.
6.-Paula recibe de compañera a la ex de Omar.
Y yo me tengo que creer que todo esto es fruto de la casualidad, claaaaaro.
Se arma la de San Quintín porque fundamentalmente Omar es un ególatra, un niñato que no ha madurado aún lo suficiente para tener relaciones no ya con chicas, sino con gente. Pone caras de «qué jodido estoy», «cuánto sufro» pero no son creíbles.
Aparte, en su «relación» con Paula ha culminado su instinto sexual y una vez consumado quiere quitársela de encima. En realidad lehan hecho un favor entrando a la ex: ahora tiene la ex-cusa perfecta para quitarse de encima a las dos.
Y yo me tengo que creer que todo esto es fruto de la casualidad, claaaaaro.