Son numerosas las razones por las que alguien puede querer disfrutar del contenido televisivo directamente en la web de las cadenas, ya sea la repetición de un episodio de una serie, o la emisión en directo de algún programa, prácticamente todos disponibles hoy en día online.
Sin embargo, esta tarea se convierte en ocasiones en todo un acto de fe, que como espectadores nos obliga a comportarnos de un modo diferente al que tenemos frente al televisor, en ocasiones dificultando el disfrute de la televisión como acompañamiento. Aquí algunos ejemplos:
Registro: pedir a los usuarios que se registren y den sus datos cada vez que quieren acceder a un contenido no es nada extraño en la vida online, pero de entrada es una petición de información que la tele del salón nunca nos ha pedido.
Contenidos de relleno: cuando la publicidad que se emite en televisión no se emite online, hay cadenas que ofrecen contenidos específicos creados para cubrir estos huecos, algo que no debería ser un problema si estuviera bien explotado, pero es una pesadilla cuando la práctica habitual de ver un mismo programa online todos los días nos devuelve el mismo contenido machacón una y otra vez.
Anuncios repetidos: complementario al caso anterior, es muy habitual que existan dos o tres piezas, a veces anuncios convencionales, otras videoclips o rellenos, que se emiten en cada uno de los cortes de publicidad que se ofrecen en televisión llegando a ser completamente contraproducentes para el sufrido espectador habitual que termina suplicando le pongan anuncios de los de toda la vida.
Anuncios cuando en televisión ya se ha reanudado la emisión: esto es ya el colmo de lo absurdo, pero sucede. En la tele ya ha vuelto el programa, pero online seguimos viendo el contenido de relleno, ese que por otra parte llevamos sufriendo toda la mañana. Ojo si lo tienes abierto en una pestaña del navegador a la que no estás atendiendo, solo como acompañamiento, pues te perderás el mensaje sobreimpresionado que dice algo así como «En TV ya se ha reanudado la emisión, pincha aquí para ir al contenido»
Ausencia de anuncios: caso contrario al anterior, aunque casi igual de molesto. Durante la pausa publicitaria no hay contenido online y una pantalla en negro informa de ello. Si estás frente a la pantalla se te puede hacer eterno, si no lo estás, no podrás evitar acercarte a cada rato o asomarte a la pestaña correspondiente para asegurarte de que la señal no se ha desconectado.
Compresión excesiva: en pos, supongo, de una buena experiencia con el ‘streaming’ de contenidos, procurando evitar el tan temido buffering que hace insoportable ver un episodio y puede hacer que el espectador abandone una serie, hay cadenas que comprimen tánto que parece que estemos viéndolo sobre un tablero de ajedrez. Con la proliferación de la banda ancha y las posibilidades técnicas para comprimir sin perder calidad, es una pena que aún algunos estén así.
Interrupciones: también en la emisión de contenidos enlatados las interrupciones publicitarias son un mal tan necesario como descuidado. Como espectadora estoy absolutamente dispuesta a pagar por los contenidos que se me ofrecen «aguantando» los anuncios que me pongan, pero aspiro a que lo hagan con cierto sentido común y no como si fuera un mono cabreado el que de pronto aporrea la tecla para meter un spot. Mal que por cierto también padece la televisión tradicional.
Anuncios en contenidos de menos de 20″: muy habitual en piezas muy cortas con alguna anécdota destacada de un programa. Detalles que a menudo duran apenas unos segundos y que llevan un ‘pre-roll’ con anuncios más largos que el propio clip o incluso más de uno.
Pero no todo es malo en esto de consumir televisión online en la web de las cadenas, hay muchas cosas buenas también y aunque en ocasiones como espectadores no apreciemos cuestiones que consideramos elementales para el contrato implícito entre emisor y receptor, no está de más tampoco valorarlo.
Oferta: no se me ocurre en este momento ningún contenido de producción propia de las principales cadenas de televisión en abierto que no pueda consumirse online, tanto si se trata de un programa en directo, accesible al mismo tiempo que su emisión en televisión, como si es una programa enlatado, disponible apenas unos minutos después de su emisión tradicional. Cierto es que algunos de los contenidos en directo no están íntegros para revisar días después, ni las series pueden verse en directo de esta manera, pero creo que la oferta es bastante satisfactoria.
Información sobre las pausas publicitarias: algunas cadenas informan del numero de anuncios que vamos a ver antes de que de comienzo el contenido, algo muy de agradecer (nunca he visto más de tres), lo que permite retener al usuario de forma mucho más eficaz.
Opción de consumir el contenido en HD: pese a que algunos ofrecen las series en calidad muy deficiente, otros canales apuestan porque la experiencia de ver televisión online sea tan o más satisfactoria que del modo tradicional y así, los contenidos están disponibles en calidad standard, para quienes puedan tener problemas con su conexión a internet o en alta definición, para los mejor conectados. Esto exige, sin duda, unos recursos mayores por parte de las cadenas, pero sin duda es una manera de mantener contento al usuario y de reconocer que el que ve la televisión en la web puede tener tanto interés y ser tan valioso como el que la ve por medio de una antena y que, teniendo muchas más posibilidades de contentarle, es una pena echarlo a perder.
Al margen de estas virtudes y defectos que existen a la hora de ver contenidos televisivos tradicionales en soporte online, hay muchos complementos que las televisiones incluyen para mejorar la experiencia, para hacerla más social o para dejar que sean los propios usuarios los que se conviertan en altavoces de lo más destacado. Otro día habrá que dedicarle un post también.
Me ha encantado el artículo porque alguna vez lo he intentado y jamás lo he conseguido, pero por encima de todo la imagen que lo ilustra es soberbia.
¡Te has superado!