No, no me he vuelto loca y voy a empezar a escribir en inglés sin venir a cuento pero creo que esta frase, tántas veces repetida en muchas de las series norteamericanas, explica a la perfección el sentimiento que a veces nos provocan algunas cosas, alguna gente, cuando incomprensiblemente, una y otra vez, insisten en tener comportamientos que no entendemos. La frase en sí misma no es especial, ni tiene una traducción complicada, pero estoy segura de que cualquiera que vea series en versión original entenderá su fuerza.
Y ese es el sentimiento que me aborda cuando pongo un programa de televisión nuevo en TVE y me encuentro con cosas como la nueva con T con T de Toñi Moreno. Lo peor, que no sé si dirigir mi frase a Toñi, al conjunto de responsables del programa o simplemente a quién da el último visto bueno para que algo así se emita en el año 2014 en una televisión pública (aunque esto último quizá sea lo de menos).
Tres veces he caído en el programa, por decisión propia o por casualidad: la primera en su estreno, una entrevista «íntima» a Mariló Montero en lo que parecía una autopromoción de personajes y programas más propia de las televisiones privadas que de esta pública en la que solo las series acostumbran a encontrar eco en otros programas de la cadena. Salvo por el escaso interés real que pueda tener la vida privada de la presentadora más polémica del momento y la pena de no utilizar el arranque del programa para sentar las bases de un contenido algo más edificante, el hecho de recuperar el género de las entrevistas para la sobremesa era un buen punto de partida, uno que solo necesita de unos buenos guionistas y una presentadora con soltura para ser mejor que cualquiera de las ofertas recientes que hemos podido encontrar en esa franja en los últimos años.
Sin embargo, el género se echa a perder cuando la elección de entrevistados es inane, cuando a Mariló la sigue una artista de los años sesenta que nos presentan como la gran estrella de la época, casi a la altura de los Beatles o los Rolling Stones, una artista que pese a contar con numerosas fotografías con los más conocidos artistas de su época, es ya solo un recuerdo en la mente de una generación que ronda los 70 años. Mi sensación como espectadora era la de haber saltado al fin de semana y estar asistiendo a una emisión de Qué tiempo tan feliz, sin la Campos y con una artista invitada muy lejos de la fama de cualquiera de los invitados que allí acuden cada fin de semana. Solo faltaban los ex-triunfitos saliendo a cantar por una esquina, pero en su lugar apareció un soldado al que una vez visitó en el campo de batalla, un señor también en los 70 que negaba ser el de la fotografía que con tanto esmero y trabajo de documentación habían puesto a toda pantalla en plató. Menos mal que había alguna instantánea más que permitió que el abuelo se encontrara y constatar así su presencia en las filas. En Hay una cosa que te quiero decir estarían orgullosos. Y por cierto, los ex-triunfitos acudieron un par de días más tarde, aunque no tuve el placer de disfrutar de su presencia.
La última vez que asistí a parte de la emisión del programa fue ayer mismo cuando, entre lágrimas, una casi olvidada Nieves Herrero contaba el terrible año de su vida que pasó atendiendo a su madre tras un ictus, esa grave enfermedad que todos conocemos en la piel de alguien cercano y que, en esta ocasión, servía de hilo conductor de una sección de testimonios al más puro estilo Diario de Patricia y similares. No es solo que el formato ya esté caduco, es que lo de hablar de enfermedades es muy de La mañana y muy de gente mayor. Todos lo sabemos también si tenemos cerca a un grupo de familiares jubilados hace tiempo. El tema de conversación favorito siempre son las enfermedades… y las han tenido todas. Y las que no, las conocen fenomenal porque solo ven TVE y se las describen con tanta precisión, testimonios incluídos, que es como si las padecieran en carne propia. No puedo más.
Parece ser que el señor Echenique dimitirá mañana porque la situación de su canal es insostenible y las cuentas no le salen. No lo pongo en duda. Lo que no entiendo es que sea imposible hacer una televisión mejor, una que no nos haga salir corriendo, que no nos transporte al pasado cada vez que ponemos a ver con esperanza un programa nuevo, cada vez que le damos una oportunidad. Tiene que haber otra manera. Ya no es un cuestión de dinero, es una cuestión de actitud.
[…] en ver el programa nuevo de Toñi Moreno, para poder hablar con conocimiento de causa, pero Chica de la Tele me ha ahorrado el mal trago. Estoy totalmente de acuerdo, por que es ni más ni menos que lo que me esperaba. Si metes a Toñi […]