Seguimos a vueltas con los programas de niños que se han convertido en las estrellas del prime time de este recién estrenado curso con las quejas de no pocos usuarios al respecto de la hora de comienzo de estos considerados programas infantiles, o mejor dicho, de la hora de finalización de los mismos, bien entrada la madrugada. Se quejan algunos padres de que no tiene sentido que haya programación para niños que los niños no pueden ver en lo que yo considero varios errores de concepto, por otra parte lógicos para la generación que hoy en día tiene hijos pequeños.
El principal error es considerar que estos programas son productos para niños. No lo son. Que sus protagonistas lo sean no los hace más que aptos para el consumo infantil, son programas familiares como lo eran las series de los 90, pero eso no necesariamente significa que sean productos infantiles, como no lo eran Los Serrano o Médico de Familia, tan adecuados para un adulto de 40 como para un niño de 12. Su función es atraer a los adultos, a los que posteriormente van a comprar los productos que se anuncian en sus pausas publicitarias. ¿Podría emitirse Tu cara me suena mini o Pequeños Gigantes a las cinco de la tarde mientras los niños meriendan? Sin duda alguna, pero los spots que podrían venderse para esas franjas reportarían cantidades infinitamente más pequeñas para las cadenas que los emiten, no merecería la pena, no es eso lo que se busca y, no lo olvidemos, la programación de la televisión comercial tiene un único objetivo, vender publicidad. ¿Cínico? Puede ser, pero no tendríamos programas si no hubiera unos anunciantes dispuestos a pagarlos.
No puedo dejar pasar tampoco una cuestión a menudo olvidada cuando se habla de la ausencia de programación infantil en las tardes, una franja que hace 30 años estaba dedicada a los más pequeños y en la que hoy en día solo los canales temáticos ofrecen contenidos específicos, como hacen el resto del día. Puede parecer que la televisión ha expulsado a los pequeños de la casa de la pantalla a la hora de merendar pero ¿no será que las nuevas formas de educar a nuestros hijos hacen que la programación infantil a primera hora de la tarde haya dejado de tener sentido? Las clases extraescolares, los entrenamientos deportivos, los inevitables deberes y clases de refuerzo… cada vez son menos los niños que están siquiera en casa por la tarde y los que están ¿se sientan a ver la tele? Estoy casi segura de que hay más a las diez de la noche que a las cinco de la tarde y, aunque eso tampoco tiene sentido, da una idea del tipo de comportamientos en el hogar que tienen las familias modernas.
Y también en términos de modernidad, acostumbramos a olvidar, como generación pre-internet, que no hay programa de producción propia de una cadena de televisión nacional que no esté disponible en la web a la mañana siguiente de su emisión en directo, algo que hace completamente innecesario quedarse hasta la madrugada viendo a los niños cantar y a sus padres babear con ellos. No hay justificación posible para que un pequeños de 10-12 años no se vaya a la cama un día de colegio a una hora razonable porque quiere ver un determinado programa de televisión. En mi opinión nunca la hay, pues para eso están sus padres y sus reglas, pero menos todavía cuando la excusa es participar de un entretenimiento disponible en cualquier momento y casi en cualquier lugar.
La industria televisiva sigue alimentando de conceptos antiguos, de formas de consumo tradicionales muchas de las cuales ya no funcionan y han dejado de tener sentido, también algunas críticas que le hacemos, basándonos en la manera en que nosotros consumíamos, consumimos aún, pero que las nuevas generaciones han empezado a obviar. Si tus hijos insisten en quedarse despiertos hasta la una de la madrugada viendo un programa de televisión, no te dejes torear, es solo una excusa para no irse a la cama.
La señora de Cuenca tiene todas las respuestas.
¿Es viejuno considerar que un programa hecho con niños es para niños? Si la consideración es que los programas existen para emitir publicidad y que estos engendros se graban para vender coches o latas de atún, da igual lo que emitas porque el problema es quién lo está viendo: tienen que verlo los adultos, que son los que pagan.
Por esa regla de tres, los canales infantiles serían superfluos, ya que por mucho que insistan a los padres para que compren un juguete o una golosina, no son los que deciden. Si tu hijo te da la brasa con cómprame un churricao, cómprame un churricao, acabas odiando sinceramente al churricao ¿no? Y al niño.
No tengo niños, ni ganas. Mis dos perras no me dan la brasa para que les compre Hill’s o Purina, sólo comen Eukanuba, el más selecto y caro de los piensos. Nunca lo anuncian en ningún sitio, así que por mi parte Hill’s y Purina pierden su tiempo y dinero.
Al final tienes razón en que estos programas no son para niños, porque no hay niño que soporte un ladrillo de tres horas con actuaciones que ya eran anticuadas cuando Shirley Temple triunfaba. Pero es irritante que usen de forma tan torticera la imagen infantil. Puedes sacar un programa y ganar dinero por ellos, pero en el telediario tienes que pixelarles la cara porque incumples las leyes de protección.
Absurdo.