Muchos son los que acusan a programas como ¿Quién quiere casarse con mi hijo? de abusar de sus protagonistas, mofándose de ellos desde la superioridad moral de quienes montan el programa, de los directores de las piezas que, retorciendo la realidad y adornándola, muestran una imagen de príncipes y corinas que deja a cualquiera de ellos en muy mal lugar, solo por el afán de hacer reír a la audiencia.
Pero no ha sido la productora Cuatro Cabezas la creadora de la mofa para entretener, no han sido ellos quienes ha dado protagonismo a ciudadanos de dudosa capacidad intelectual haciéndoles creerse estrellas solo para alimentar el ego de quién necesita alguien así enfrente para sentirse superior o simplemente quién se ríe sin maldad y hasta con ternura.
Quizá el más perverso sea Jesús Quintero, que desde su atalaya, por la que han pasado políticos, artistas y todo tipo de miembros relevantes de la sociedad civil, recuperaba la fama gracias a personajes como estos:
En Crónicas Marcianas perfeccionaron el concepto, dando voz y minutos de gloria a frikis que sabían que lo eran y a otros a los que cuesta reconocer como personajes reales, esos con los que siempre queda la duda ¿serán actores interpretando un papel? :
Ni siquiera los informativos, presuntamente serios, escapan a la tentación de un personaje como Tojeiro y sus famosas «prestitutas».
¿Es superioridad moral lo que vemos en imágenes como estas? ¿Es legítimo utilizar así a quién no domina el medio para entretenimiento general? Respuestas llenas de matices en una práctica televisiva tan antigua como hacer mofa del tonto del pueblo.