Que la publicidad de interrupción es un modelo en crisis es algo evidente, como evidente es también que la televisión y sus programas de máxima audiencia siguen siendo los preferidos de muchas grandes marcas para mostrar al público sus productos, anta la dificultad de definir claramente un nuevo modelo o de explotar las bondades de un mensaje que, llegando a menos gente, lo haga a quienes realmente son público objetivo del mensaje.
Los anunciantes hacen oídos sordos a muchos de los avisos de inversión malgastada y las televisiones, ante la dificultad de optimizar otro modelo de negocio, siguen explotando el antiguo, creando entre ambos momentos de gran éxito, como spots vistos por millones y millones de personas y otros de gran absurdo en los que una medición de audiencia real certificaría que el dinero invertido ha dado los mismos resultados que si lo hubiéramos metido en una papelera del parque.
En ocasiones tengo la sensación, como espectadora, de que unos y otros solo buscan certificar en un papel que se ha hecho inversión los unos y que se dispone de muchos minutos publicitarios los otros, pues no encuentro explicación a ciertas pausas publicitarias, como las de los programas del late-night.
Pese a que cada vez son más cortas por la feroz competencia entre cadenas, entiendo los 10-15 minutos que puede haber en un prime-time, interminables si uno está sentado frente al televisor consumiendo los anuncios, pero hasta cortos si hace un ejercicio de zapping completo o si aprovecha para levantarse al baño y la cocina, para pasar a arropar a los pequeños de la casa, tender una lavadora, enviar un par de facturas pendientes o cerrar una reunión de trabajo por mail. ¿Quién no ha echado alguna vez de menos un corte de publi viendo TVE?
Sin embargo, no alcanzo a entender el sentido de una pausa publicitaria de hasta 7 minutos en medio de un programa cualquiera a la una o dos de la madrugada, horario en el que el espectador no está para mensajes. Personalmente, a esas horas suelo haberme quedado colgada con cualquier cosa que ha llamado mi atención, la mitad de las veces episodios repetidos de series que ya he visto pero que mi mala memoria me permite disfrutar casi como si fuera la primera vez, episodios que nunca termino de ver porque cada corte de publicidad es mi llamada para apagar y dormir, eternos como se hacen los anuncios a esas horas, en el silencio y quietud de la noche.
Cuestiones personales aparte, no puedo evitar preguntarme: ¿Quién ve los anuncios a esas horas? ¿Qué efectividad pueden tener? ¿Realmente hay quién se queda a verlos o es una manera absurda de tirar el dinero? ¿No hay un estudio que demuestre que la paciencia del espectador frente a este tipo de interrupciones es mucho menor a altas horas de la noche que durante el día? Y como anunciantes ¿quién quiere estar presente en esas franjas que solo ven insomnes como yo?
Lo de las pausas publicitarias en este país me parece simplemente demencial. Yo me siento por las mañanas a desayunar con la televisión puesta y, los 15 minutos que tardo, sólo pillo publicidad en Telecinco y Antena 3. Es que termino, recojo y me voy y no he visto nada de programa. Nada. Por favor, casi 20 minutos de publicidad.