Y no es porque no me parezca ‘salao’, buen comunicador y un animal televisivo como pocos últimamente, no, es que estoy cansada de ver como las televisiones queman y queman a sus estrellas hasta conseguir que las aborrezcamos.
Y es que, después de su éxito con Pesadilla en la cocina y su participación en Top Chef, que prepara actualmente su segunda temporada, ahora se anuncia la presencia del cocinero en Hotel Imposible, la versión alojamiento del programa de restaurantes decrépitos que actualmente podemos ver en alguna de las televisiones de pago (lo siento, soy incapaz de recordar qué programas corresponden a qué televisiones cuando se trata de estos formatos que veo solo ocasionalmente).
De entrada, no creo siquiera que el formato tenga mucha cabida en el prime time, de una parte por lo quemado ya del programa de restaurantes, por otra porque, combinado con este, que sería quizá la forma más adecuada, porque es difícil diferenciar uno de otro si ambos tienen la misma personalidad, la de Chicote. Es precisamente aquí donde, aparte del mencionado cansancio que puede provocar en el espectador ver siempre al mismo conductor de programa, se pierde la oportunidad de hacer un tandem ganador presentando una imagen diferente, un personaje distinto, uno que además tenga más relación con el mundo de los hoteles, que no faltan personajes, algunos de ellos conocidos incluso en el mundo televisivo y que podrían dar mucho juego.
Que sí, que Chicote es muy majo cuando quiere y un gran villano cuando se necesita, pero por favor, en pequeñas dosis, que los atracones no son buenos.
Por cierto, si viendo Pesadilla en la cocina se me quitaron las ganas de ir de restaurantes por una buena temporada y ya hay muchos síntomas sospechosos que todos identificamos en algunos locales, no quiero ni pensar lo que puede ser esto mismo en hoteles. Servicio público para tiempos de crisis quitándonos las ganas de salir de casa y gastar.