Cuando se anunció la puesta en marcha de una serie sobre el famoso Hannibal, que tan inquietantemente había encarnado Anthony Hopkins en su primera entrega cinematográfica, las dudas eran muchas, no solo por la dificultad de estar a la altura del personaje que ya habíamos visto en pantalla, también por el recorrido que pudiera tener la historia temporada tras temporada. Dos años después de su estreno, con dos tandas de 13 episodios ya emitidas y una tercera confirmada, podemos concluir que, no solo la serie está a la altura de la película, sino que ha logrado ser completamente independiente de esta, hacernos olvidar a Hopkins y Jodie Foster y que en algún momento estos dos productos tuvieron algo en común.
Hannibal es una serie que se aleja por completo del género policíaco, del thriller de asesino en serie, de hecho, se aleja casi de cualquier cosa que hayamos visto antes, convirtiéndose en una sucesión de escenas tan brutales como hipnóticas, tan desagradables como adictivas, tan oníricas que por momentos envuelven al espectador hasta el punto de hacerle despertar de un golpe cuando el estómago ya no aguanta más.
Esta segunda temporada ha sido aún más brutal que la primera, más sangrienta, más oscura, completamente enfermiza, buscando provocar en quienes ven sus barbaridades una sensación de desasosiego, no sé si por lo que está viendo en sí mismo o quizá más por el hecho de no ser capaz de apartar la mirada de ello, atrapado por esos ríos de sangre que empapan a las víctimas, por esas carnes arrancadas o por la aún más desagradable sensación que provoca ver los suculentos platos que Hannibal sirve a la mesa, tan deliciosos como sobrecogedores.
Detrás de Hannibal hay un guión, una narración, una trama, pero no importan lo más mínimo. Ver Hannibal es como ver un videoclip, como estar en una sala de un museo rodeado de obras pictóricas que no necesitan más explicación. No nos importa si la policía investiga una serie de crímenes, si van en el buen camino, si el sospechoso principal está encerrado por error o si hay más un culpable, si hay tensión sexual entre algunos de los protagonistas o si uno de los policías juega a dos bandas. Es absolutamente irrelevante lo que pasa, los guionistas de esta serie son lo de menos y es la puesta en escena, la fotografía, el ritmo ausente, lo que hacen de Hannibal lo que es, una serie diferente, un producto artístico más allá del concepto tradicional de serie de televisión, uno para el que no existen categorías.
Sorprendentemente, Hannibal no se emite en un canal de pago, como correspondería a sus características, no es un producto HBO, AMC o siquiera Netflix, no, es una serie de un canal en abierto, de esos que están tan regulados y sobre los que se ejercen permanentemente presiones por parte de distintos grupos de opinión, a menudo ofendidos y escandalizados porque aparece un pecho desnudo o una escena sexual más subida de tono de lo habitual. Y curiosamente, no se escuchan protestas en torno a la violencia ejercida en Hannibal, a nadie parece molestar, ni se acusa a sus creadores de fomentar el asesinato como fuente de expresión artística, no digamos ya el canibalismo. Verdaderamente llamativo.
Me declaro admiradora absoluta de Hannibal, en toda su extensión, pero también soy de la opinión de que ya ha sido suficiente, que una tercera temporada quizá esté de más y que desde luego nada o muy pocas cosas podrán justificar una cuarta, si es que llega. Precisamente por el hecho de no ser una serie al uso, de no tener como elemento principal su línea argumental, sino su preciosismo, entiendo que no da mucho más de sí y que deben saber rematar a tiempo. Si la dejan pudrir con un exceso de temporadas, el olor puede llegar a ser tremendamente fétido.
Discrepo con que Hannibal sea únicamente una postal bonita, visualmente es fascinante, pero también están contando una historia: la de una amistad extraña, retorcida y enfermiza. Por eso mismo también creo que puede ser muy interesante lo que nos pueda traer su tercera temporada, en la que además, tendrán que replantear por completo el programa, ya que no podrá seguir como hasta ahora.