Vaya, la que se está liando con Supervivientes y lo que puede venir después de esta rajada (suena fatal la palabra, pero creo que le viene al pelo en este caso) de Isabel Rábago en su blog.
El caso es que a la periodista no le falta razón y los habitantes de la isla este año son mucho más cutres de lo que suele ser habitual en un programa como este. Y es que las condiciones de supervivencia del programa se han probado muy duras durante temporadas y lo raro es que aún sigan encontrando candidatos a participar, especialmente si lo que se pretende es que el precio del formato no se dispare.
A nadie escapa que todos tenemos un precio y que los famosos de verdad estarían dispuestos a dejarse matar de hambre, comer por los mosquitos y empapar con las tormentas tropicales a cambio de un suculento cheque, algo no tan sencillo si los ceros que contiene están lejos del caché habitual de un famoso de primera. Y es así como al final la isla se llena de personajillos reciclados de otros programas, sin otro oficio que el de aspirante a celebrity.
Lo peor de esta historia fallida es que el bajo presupuesto, o deberíamos decir el presupuesto insuficiente, porque estoy segura de que el programa cuesta un buen puñado de euros, no debería ser un problema si se da la vuelta por completo al formato. ¿Que no hay dinero para pagar caras conocidas? Muy bien, pues hagamos el reality solo con anónimos. Gente dispuesta a pasar unos meses de aventura y superación personal, de convivencia en una isla, como fue de hecho la primera entrega del programa y como es en otros muchos países en los que se emite.
Con este cambio de enfoque el programa ganaría en credibilidad, en entrega de los concursantes, en valores, sería todo mucho más genuino, más sincero y los lloros constantes por la lluvia y la falta de comida o la incomprensión por parte de los compañeros desaparecerían de un plumazo. ¿Habría conflicto? ¿Nacería el amor? ¿Algunos querrían abandonar? Por supuesto que si, pero el programa seguramente funcionaría mucho mejor, porque sus piezas serían mucho más solventes, incluso si solo van al casting porque quieren ser famosos. La prueba la tenemos bien cerca: Gran Hermano sigue funcionando, año tras año, con concursantes completamente anónimos, entregados al formato y dispuestos a todo por ganar, o hacerse famosos y recorrer España haciendo bolos, pero después de demostrar algo, no al revés.
Para mí la cosa está clara: si quieres celebrities, gasta la pasta necesaria para que sean de verdad y si no, los anónimos de verdad te darán el mejor resultado.
La verdad, no sé a qué viene la protesta de Rábago, porque no recuerdo que ningún programa «de famosos» tuviera famosos de verdad. Siempre han sido tirados que no tienen dónde caerse muertos. Este año el nivel está por los suelos, porque lo de la isla Bonita es de juzgado de guardia, menudo hatajo de críos repelentes (Abraham es más horrendo aún que en Gandía Shore), pero no es muy inferior a lo de otros años.
El programa está abocado al cierre si no remonta la audiencia porque semejante inversión necesita mucha más audiencia de la que tiene para rentabilizar.
Lo que yo no comprendo es la cutrez de las «reglas» que no existen y que la productora se saca de la manga cuando le conviene. Esta semana la escena de la cerilla fue absolutamente patética, Bibiana se cabreó con bastante razón ante la estúpida «norma» de que debían hacer la hoguera en aquel momento y se merendó al presentador pardillo del Debate («de váter», más bien) haciéndole notar que ella había pisado muchos más platós y durante mucho más tiempo que él. Sólo la distancia permitió al guaperas relanzarse contra ella, pero ya se vio que todo era una patochada impresentable. Por supuesto el fuego no salió, la cerilla se apagó al instante y Bibiana se hartó. Parece claro que Bibi se hará un Paquirrín para abandonar cuando haga falta, ya comentó sus problemas gástricos el primer día…
El programa es más aburrido que ver crecer la hierba y está condenado al fracaso, pero no sólo por el bajo nivel de los concursantes, sino por lo cansino que es todo, la dificultad de las emisiones en directo a tanta distancia, la descoordinación de la presentación, las reglas inexistentes, las pruebas ridículas…
Como OT, es ya un programa que se irá para no volver..