Hay cosas de la televisión, de sus colaboradores y de la normativa misma que no logro entender. Desde que el horario de protección infantil protege a los niños españoles de sus inconscientes padres o tutores hay contradicciones, eufemismos y hábitos en determinados programas de televisión que, amparados en las prohibiciones que su horario de emisión establecen, se convierten en no pocas ocasiones en ridiculeces.
Caso Sálvame: como parece ser que no se puede decir la palabra «drogas», cada vez que se trata el tema en el programa, que no son pocas teniendo en cuenta el tipo de personajes que ilustran sus informaciones, los colaboradores se ven obligados a decir «sustancias». Los habituales del programa ya lo tienen dominado, pero cada vez que hablan con algún abogado, amigo que pasaba por allí o advenedizo de algún tipo, la palabra se cuela con total naturalidad, la misma con la que cualquier ciudadano la utiliza en su día a día tratando determinados temas. Es el colmo del absurdo, como si los menores debieran estar protegidos de una palabra, del sonido de la misma, del término concreto y no de sus consecuencias, o del resto del contenido del programa que, por su agresividad entre otras cuestiones, no es producto de consumo para los más pequeños, que no diferencian la realidad de lo que es un programa de entretenimiento. Protección por otra parte que, como ya he manifestado en otras ocasiones, debe venir de sus padres y no de la normativa televisiva.
Caso La mañana de TVE: emitido en horario de protección infantil de la misma manera que Sálvame y otros tantos programas de la parrilla, no parece tener problema en que una invitada a un debate pronuncie la palabra «puta» hasta en tres ocasiones seguidas. Y a nadie le llama la atención, máxime cuando parece evidente que está forzando el lenguaje, pues podría utilizar el término «prostituta», que parece más adecuado al contexto y situación en que se encuentra. ¿Diferencia con la situación anterior? ¿Es que en los programas «serios» sí se pueden decir algunas cosas que en los de entretenimiento no se contemplan?
¿Cual es el sentido de esta diferenciación? Yo desde luego no se lo encuentro por más vueltas que llevo dándole toda la mañana. Igual es que simplemente no lo hay y ambas cuestiones están igualmente prohibidas, no lo sé.
Lo que sí me parece indecente y nada tiene que ver con el lenguaje, es la manera en la que Antena 3 y concretamente su programa Espejo Público, ha tratado hoy a su presentadora Susanna Griso con motivo del fallecimiento de uno de sus colaboradores. David Taguas fallecía anoche de forma inesperada, víctima de un infarto. La lógica decía que el programa informaría de la noticia y no era descabellado pensar que contactaran con alguien muy cercano a la familia para mostrar sus condolencias públicas e informar directamente de lo ocurrido. Hasta aquí bien. Pero lo que aparentemente ha hecho el programa es informar a la presentadora en pleno directo (min 01:30:04) de la muerte del colaborador y de que su viuda estaba al teléfono esperando para entrar en antena, provocando las lágrimas inmediatas de Susanna y una evidente dificultad para conducir la entrevista. Como espectadora y no precisamente infantil, estas cosas sí que me resultan desagradables y no que se digan palabrotas o se haga referencia a determinadas adicciones.
¿Cuántas veces nos perdemos en las formas y no atendemos a la más elemental humanidad de nuestros actos?
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