El pasado miércoles Birraseries cumplía dos años, 24 meses en los que esta reunión informal de blogueros, críticos y aficionados a las series en general se ha convertido en cita indispensable, para los asistentes y aún más para las cadenas que quieren presentar algún producto en sociedad, que cuentan con un escaparate fabuloso que además se organiza solo (entendiendo sólo desde el punto de vista de la cadena que lo utiliza para presentar algo, claro). En un ejemplo claro de cómo hoy en día la gente se organiza en torno a intereses comunes de forma sencilla y eficaz, la organización de esta reunión, que originalmente era solo una excusa para charlar de televisión, ha logrado que los profesionales del sector, tanto si hablamos de grandes cadenas como si se trata de temáticos con poco presupuesto para eventos o incluso profesionales a los que raramente vemos en convocatorias de prensa, acudan felices a mostrar sus productos nuevos o simplemente a dar a conocer sus inquietudes y previsiones sobre el estado de la industria.
Estaba muy claro hace tiempo ya que Birraseries había llegado para quedarse, incluso no teniendo una convocatoria fija, si me apuran, incluso no teniendo invitados de postín, lo importante es reunirse y charlar y ser conscientes de que esos «frikis» de las series que se reúnen allí son mucho más que eso, son tus mejores prescriptores, tus mejores fans y, con más frecuencia de la que puede imaginarse, también buenos profesionales del audiovisual en cualquiera de sus facetas. Como digo, hace tiempo que algunos lo veíamos claro, las televisiones lo fueron intuyendo y, como colofón a este reconocimiento, en su segundo cumpleaños Mediaset se animaba a presentar una de sus apuestas estrella de la temporada: El Príncipe. En absoluta primicia.
Cuando un canal de los gordos, de los que tienen medios y ponen su acento más en las audiencias que en la crítica, se anima a ofrecer su producto en primicia en un evento como este es que dos cosas están funcionando: el evento y su repercusión por un lado y las orejas de la cadena por otro, dando su parcela de reconocimiento a quienes tradicionalmente dan mucha caña a los productos generalistas, a quienes acostumbran a hablar y escribir desde la más absoluta libertad, con mucha exigencia y no poca mala leche. Y como prueba definitiva de este reconocimiento, la presencia de Paolo Vasile en la tertulia que tuvo lugar después del visionado de la serie, una presencia que muchos han calificado de sorprendente por lo poco habitual, por considerar que el consejero delegado de Mediaset nunca se «rebaja» a hablar con gente «normal», que solo lo hace con periodistas de grandes medios.
Nada más lejos de la realidad. Como bloguera, que no periodista, que soy, he podido vivir en primera persona la curiosidad que despierta en Vasile la opinión de internet, las veces que en presentaciones oficiales a medios ha bajado de su despacho para hacer su pequeño discurso general, para luego quedarse en los corrillos charlando con periodistas de medios tradicionales y también con bloggers, sin hacer diferenciación alguna e incluso me atrevería a decir que más interesado en los segundos que en los primeros. Incluso en los visionados en petit-comitee a los que también he asistido, no ha faltado la visita de Vasile, que se sienta entre la gente como un príncipe que se acerca a hablar con el pueblo, consciente como ya es de la importancia de estar cerca de los poderes fácticos, pero también del pueblo llano.
He llegado a la conclusión de que a Vasile le pone lidiar con esa masa crítica a la que no domina, que disfruta de la conquista del blogger, del desconocimiento exacto de cómo funcionamos. Con tantos años en la profesión, con tantos tiros pegados, con el dominio del funcionamiento de la prensa tradicional que tiene cualquier directivo de su trayectoria, la irrupción de un colectivo como el de los blogs o twitter, con tanto efecto sobre el boca-oreja y la imagen de cadenas y productos, es una asignatura a explorar, un territorio desconocido que no debe pasarse por alto. Aprender a lidiar con ellos (nosotros) no es fácil, porque todos sabemos que no somos gente fácil, que tenemos muchas manías, que somos de paladar muy fino y de comportamiento exigente y que las formas que tradicionalmente valían con los medios a nosotros nos resbalan o incluso nos parecen mal. Para los altos directivos puede que nosotros seamos solo un grupito de frikis que solo alaban las series de la BBC y para nosotros ellos son muchas veces esos magnates sin escrúpulos que solo piensan en el share, pero al final ¡lo que nos gusta a unos y otros estar en el mismo salón!