Éxito rotundo de El tiempo entre costuras en Antena 3, ya podemos afirmarlo con total seguridad y con los datos finales en la mano, que suman una media de cinco millones de espectadores y un 25,5% de share, unas cifras impensables en estos tiempos difíciles y que nadie habría augurado antes del estreno, retrasado durante meses en busca de un mejor momento publicitario. Parecía que este retraso iba a suponer un handicap a la hora de conquistar a la audiencia, especialmente a aquella que conocía el libro y que lo había convertido en un best-seller, pero puede que incluso ese detalle haya servido para engordar la atención sobre una ficción que muchos desconocían, otros adoraban tras leer el libro y no pocos deseaban rememorar tras haber olvidado algunos de los detalles de la obra, que reposaba ya en una estantería del salón (o el último de la lista del kindle).
El tiempo entre costuras es una serie magnífica la miremos por donde la miremos, desde la música hasta la puesta en escena, las localizaciones, la fotografía, la elección de los actores o el cuidado vestuario, todo encajaba, todo conquistaba, todo parecía estar hilado con puntadas invisibles, a medida para triunfar en un entorno difícil cuando se grabó, quizá aún más difícil cuando se decidió estrenar y con unas características narrativas que no la hacían fácil, como el preciosismo y lentitud de algunas de sus escenas. Pese a ser una historia de espías, la serie carece de ritmo trepidante, de acción, de tensas persecuciones. Hay secuestros, tiros, carreras, accidentes y, sin embargo, el ritmo de todas ellas es tan pausado como el movimiento de las sedas de la ropa de cama que utiliza la protagonista. Y aún así, funciona.
El tiempo entre costuras se ha resuelto en apenas 11 episodios, no tendrá segunda temporada, pues la historia se ha contado entera y no ha lugar a un spin-off ni una nueva aventura como espías de sus protagonistas, una tentación que podría haber pasado por la cabeza de algunos, toda vez que el final nos deja esta puerta abierta. Afortunadamente, nadie por el momento ha planteado esa idea. Y con este cierre definitivo, la producción se apunta un nuevo tanto, el de dejar el listón muy arriba, el de no agotar la historia, ni a sus seguidores, el de no morir a base de estirar y estirar las historias sin un destino claro o teniendo que cerrarlas precipitadamente. Que esta fuera una serie completamente cerrada desde su inicio es, sin ninguna duda, otra de las claves de su éxito.
Pese a ello, hay quién se queja de una excesiva duración, no tanto en número de episodios, como en los minutos de cada entrega. Efectivamente, si habláramos de una serie norteamericana, habríamos tenido episodios mucho más cortos, pero la temporada hubiera sumado más de 20 episodios. Eso o en formato express estilo Juego de Tronos, que también es una opción, pero que en mi opinión habría matado por completo el ritmo elegido para contar la historia. ¿Y si fuera una serie británica? ¿Podríamos haber contado la historia de Sira en tres episodios de 90 minutos? Pues podría ser, todo es susceptible de ser contado de varias maneras, a distintos ritmos y seleccionando de una obra previa aquellas tramas que nos resulten más interesantes para el producto final que queremos hacer. ¿Se puede hacer? SI. ¿Sería lo mismo? Definitivamente NO.
Y es que, por mucho que nos quejemos de lo largo de las series españolas, por mucha lata que demos como espectadores de contenidos de distintos países y por mucho sueño que nos quiten los prime times tardíos y repletos de anuncios, un episodio largo no es, por definición, un episodio pesado, ni uno al que le sobre la mitad. El problema son las series que no tienen recorrido como para llenar 70-90 minutos, el problema son las cadenas que suman minutos y minutos de publicidad a unas historias prescindibles, el problema son las costumbres que hacen que estos episodios empiecen más allá de las diez y media de la noche, cuando ya nuestra capacidad de atención y conexión con las historias es claramente deficitaria.
¿Cuantos de nosotros nos hemos sentado frente a una larga lista de episodios de una misma serie y hemos visto tres y hasta cuatro de un tirón? Yo lo hago constantemente y, si la serie lo merece, no me canso en absoluto, de hecho se me hace más corto y agradable que algunas series de poco más de veinte minutos. Sí, es cierto, una maratón es más sencilla de digerir que un episodio largo, pues su estructura narrativa nos provoca subidas y bajadas de atención, entradas y salidas, nuevas tramas. Pese a todo, cuando una serie está bien hecha, cuando se disfruta de todo lo que ofrece y no solo se está pendiente del desenlace final de un determinado arco argumental, no hay duraciones problemáticas, dentro de un orden claro.
El tiempo entre costuras ha marcado un hito en la historia de la ficción nacional, uno que las cadenas habrán de estudiar con detenimiento, uno que los espectadores añoraremos en los tiempos por venir. No puedo ponerle un pero. No pido más, no habría querido más… pero tampoco menos.