Abstinencia sexual durante 30 días y humillación por las calles de Madrid al más puro estilo ejército americano de las pelis chungas. Eso es lo que promete El método Osmín, el nuevo programa de Cuatro que, al estilo de Supernanny o Hermano Mayor, convierte en espectáculo la reeducación de las personas.
Las comparaciones entre estos tres programas pueden resultar extrañas, pero creo que se trata de una evolución natural de un mismo tipo de programa que ha funcionado haciendo espectáculoa a base de explotar situaciones humanas radicales y que sacarían de quicio a cualquiera. Desgraciadamente, la fórmula ha involucionado y ha ido convirtiéndose en más agresiva y menos científica a medida que aumentaba la edad de sus protagonistas.
Así, Supernanny trataba con pequeños monstruitos de forma firme, pero dulce y en absoluto agresiva (pese a las críticas recibidas con frecuencia por utilizar el método «Duérmete niño»), convirtiendo en espectáculo la histeria, el egoísmo, la manera en que los adultos quedaban subyugados por unas criaturas veinte o treinta años más jóvenes que ellos, que apenas levantaban unos pocos palmos del suelo. Hermano Mayor por su parte buscaba a verdaderos macarras, predelincuentes, inadaptados sociales, para tratarlos casi con sus mismas armas, basando el espectáculo en ver la violencia y agresividad con que se manifestaban unos jóvenes sin rumbo que rompen el mobiliario de su casa y destrozan la moral de sus padres, incapaces de controlar su ira. Personalmente, no puedo ver ninguno de los dos programas más de un par de semanas seguidas, me irritan, me enervan, me desasosiegan profundamente, me hacen perder la fe en la condición humana y me dan muy malos pensamientos.
Con estos mimbres llevados al extremos es de donde nace el concepto con el que juega El método Osmín, un programa sobre un entrenador personal que parece sacado de una peli chunga de soldados, especializado en gente con poca fuerza de voluntad, cuya estrella bien podría haber sido uno de los niños fracasados del método Supernanny o Hermano Mayor. Si en aquellos programas la violencia solo muestra una situación real que se da en muchos hogares, en este caso parece ser un fin en sí misma y no se entiende qué pasa por la cabeza de quienes aceptan someterse al método, gente que afirma padecer de autoestima, algo evidente cuando permites que te traten de esa manera.
Nada en El método Osmín tiene sentido, nada justifica los gritos, los excesos, el mal trato, por no hablar de lo absurdo de una dieta estricta de solo pescado y lechuga o la abstinencia sexual en gente adulta y con relaciones estables, que solo puede provocar irascibilidad. Sí, al final del programa el protagonista ha cumplido su reto: ha perdido peso, está mucho más en forma y dice apreciar a Osmín ¡Claro! Los secuestrados y maltratados también terminan simpatizando con sus opresores.
El programa ya parecía no absurdo, sino directamente contraproducente. La humillación no genera ninguna autoestima, más bien al contrario y por lo que dices es así: síndrome de Estocolmo, muy frecuente en personas dominadas. Si una persona tiene este problema, lo que debería hacer es correr al psicólogo y ponerse en sus manos, porque ese problema seguramente es un síntoma de patologías más graves. La soplapollez de dieta estricta o no tener sexo es una tomadura de pelo como un piano. Me parece más probable que los sometidos a estas chorradas sean actories y que todo sea un montaje absurdo.