Si hay un sitio donde funciona como referente esa frase publicitaria tan manida de «de los creadores de…» es en España con algunas de nuestras productoras. Y si hay un sello inconfundible en la ficción nacional es el de Globomedia y para muestra, el estreno anoche de Bienvenidos al Lolita.
Una selección de los personajes y situaciones más adecuados a esta nueva trama sacados de Los Serrano (esos desayunos mañaneros con toda la familia unida), Los hombres de Paco (la relación entre la niña jovencita y el joven amigo del padre del que está secretamente enamorada) y, por supuesto, Un paso adelante (con esas bailarinas que soñaron con conquistar Broadway y se han quedado en nada y amargadas), reconvertidos en esta historia de un cabaret a punto de renacer de sus cenizas y un buen puñado de perdedores protagonizando sus tramas. Dramedia en estado puro, niños, jóvenes y abuelos.
Localizado en plena Gran Vía, junto al cine Capitol, con alguna pincelada de las calles de Madrid, se agradece la localización en una ciudad reconocible y un espacio reconocido, algo poco habitual en nuestras pantallas. En este afán por localizar e identificar a los personajes con zonas geográficas reales de nuestro país, no pueden faltar un par de andaluces y, en esta ocasión, un maño y un gallego, estos no se agradecen tanto.
Al inicio del episodio, llama la atención la presentación inicial de personajes, con voz en off informando de sus antecedentes y sus nombres claramente sobreimpresionados en pantalla. ¿Por qué eludir el descubrimiento progresivo tradicional? Solo se me ocurre un motivo: la necesidad de enganchar a la audiencia de forma urgente, de evitar que cambien de canal, la necesidad de meter al espectador de lleno en las historias, sin tiempo para florituras, para el descubrimiento pausado, un signo de nuestro tiempo de máxima competitividad entre cadenas que puede suponer un cambio en la forma en que se narran las vidas de los nuevos personajes televisivos.
Pese a las prisas, tampoco es que hiciera mucha falta presentar los antecedentes de los personajes, pues lamentablemente la serie está llena de estereotipos tan fácilmente identificables a primera vista, que no necesitábamos saber gran cosa de su pasado para ubicarlos rápidamente. Eso también significa que los diálogos están llenos de frases manidas, de expresiones tan usadas, tan vistas que, incluso cuando están bien interpretadas, quedan flojas.
De la calidad de cantantes y bailarinas mejor no comentar nada, y mucho menos hacer comparaciones con cosas como Smash, muy recordada en Twitter anoche. Y no es que no haya talento, claro que lo hay, simplemente aquí no lo vemos, al menos todavía (no pierdo la fe).
Conclusión: la serie es una más de las series típicas de Globomedia, correcta pero poco más. Uno de sus productos de ficción clásicos, perdidos en un espacio temporal genérico, que lo mismo podría ser 2014 que 2000 y que funcionan de la misma manera en cualquiera de los dos escenarios. Es jugar sobre seguro con algunas caras conocidas, temáticas muy cercanas al espectador medio y trucos facilones para enganchar distintos targets de edad y regionales. Asegurando el cinco, con todos los riesgos que ello conlleva.
De momento el estreno ha ido bien, con más de tres millones y medio de espectadores y una cuota de pantalla del 18,4%, pero no olvidemos que ayer la competencia era aún flojita.
Post originalmente publicado en Generación Young
La típica serie destinada a enganchar a la archimanida «señora de Cuenca». No podría ser más cutre y anticuada ni aunque los protagonistas fueran Lina Morgan y Arturo Fernández. Yo estaba esperando que en las pausas publicitarias apareciera Carlos Arias Navarro balbuceando lo de «Españoles: Franco… ha muerto». No me extraña que en Twitter le estén metiendo más caña que al anuncio de la Lotería de Navidad…