Se preguntaba ayer Borja Terán si Abre los ojos y mira iba por el camino de convertirse en un nuevo Sálvame, a la vista de la evidencia que mostraban las audiencias del programa, que solo este sábado pasado lograban unas cifras aceptables, en la media de la cadena y competitivas, gracias a la presencia de Rosa Benito.
Es poco habitual que programas con los malos resultados que estaba dando Abre los ojos sobrevivan en la parrilla el tiempo que lo está haciendo este pero, a base de probar y de mucha cabezonería, puede que terminen por sacarlo adelante, eso sí, a base de dar vueltas sobre el mismo tema de siempre: el corazón, los trapos sucios de los famosos y, si son propios, mucho mejor, pues permite alimentar este y otros programas de la cadena.
Cuando nació Gran Hermano, la parrilla televisiva de Telecinco se estructuró para pivotar en torno al reality, una estrategia que dió grandes resultados, tanto al programa original, como a los satélites que lo utilizaban para atraer a nuevos espectadores, ofreciendo contenidos inéditos, cebando la gala en directo y montando follón en torno a los concursantes y sus actitudes en la casa, un recurso siempre resultón que moviliza a los más fanáticos de unos y otros, bien sea por el apoyo reconocidos a sus idolatrados concursantes o por la rabia que genera en ellos la incomprensión y el uso tendencioso de los vídeos, presuntamente manipulados por la dirección del programa.
Con un Gran Hermano venido a menos por el inevitable paso del tiempo, con unos tentáculos que ya no llegan a todos los programas de la parrilla y con el necesario descanso entre realities, el nuevo elemento de conexión entre los distintos momentos del día en Telecinco es ahora otro reality que, sin las características originales del formato, resulta ser igualmente intenso que aquel e igualmente capturado en cámara. Son muchos los elementos que comparten y, para muestra, unos cuantos botones:
– Buenos y malos: como en todo reality que se preste, hay villanos abusones y pandilleros (los Kikos, Mila Ximenez y hasta Belén Estéban), pobres víctimas aisladas del grupo (Karmele y Lidia) y otros que pasan sin pena ni gloria (casi todos los demás). La legión de fans que esto arrastra es la base de una buena audiencia y repercusión en medios.
– Las cámaras y micros que graban todo: aunque no se emita lo que ocurre en las pausas publicitarias, ni en otros momentos o localizaciones, si hemos visto como hay cámaras y micrófonos por todas partes que frecuentemente arrojan luz sobre las polémicas entre colaboradores, otras veces son el arranque de discusiones y en no pocas ocasiones pasan por asaltos a la intimidad hasta ese momento inimaginables. También hay cámaras ocultas en las cenas privadas, en los lugares de vacaciones de cada uno y micrófonos que maliciosamente se dejan abiertos y descubren conflictos que desconocíamos.
– Broncas, encuentros, desencuentros y reconciliaciones: no habría Sálvame ni derivados si entre los colaboradores no tuviéramos siempre dos bandos, como ocurre en todo Gran Hermano. En ese plató de Fuencarral todo se magnifica y todo se olvida cuando toca, con abrazos, besos y lloros que apenas unos días después dejan paso de nuevo a disgustos, discusiones y acusaciones de traición y decepción.
– Personajes que se van y luego son repescados: yo ya he perdido la cuenta de cuantos son los colaboradores que han dejado su puesto en el programa para volver repescados y revolviendo todos los temas que en su momento dejaron atrás, por no hablar de todo lo que sus compañeros han dicho o hecho en su ausencia que ahora se echan en cara y reviven para dar más dramatismo al regreso.
– Entrevistas en prime time al expulsado: no podía faltar. Si Sálvame diario es el día a día de este Gran Hermano casero que se han montado en Telecinco, la versión Deluxe del programa es como la gala de prime time en la que el protagonista es el concursante expulsado. En este caso, es el hijo pródigo que vuelve, pero siempre tiene su entrevista exclusiva, su cara a cara con otros «concursantes».
– Fiestas temáticas: cuando la cosa está aburrida en Gran Hermano o simplemente para darle color, nunca falta una fiesta con alcohol, bromas y disfraces. En Sálvame pasa exactamente lo mismo y hemos visto a sus colaboradores vestidos de campo, de playa, de halloween, de feria, de circo, de colegiales, del Un, Dos, Tres, lo que sea con tal de captar la atención de la audiencia y recordarles que esto es la vida en directo.
– Presentadores protagonistas: aunque ninguno ha llegado aún a levantarse las faldas como Mercedes Milá, ni a confesar si hacen o no pipí en la ducha, Terelu Campos va camino de llegar a esos extremos con la exposición absoluta de su intimidad a cambio de un programa de adelgazamiento y reconstrucción mental.
Lo más sorprendente de esta evolución del programa es que, lejos de hastiar al espectador, funciona, convirtiéndose en la base de la cadena en una temporada en la que las apuestas de ficción tradicional no están dando los resultados esperados. Es un público absolutamente cautivo, uno que probablemente esté en su límite máximo, sin posibilidad de crecer, pero uno que por el momento es más que suficiente para salvar el año. No tengo claro que esta sea la línea por la que apostaban en el canal hace unos meses, pero es la que da resultados y al final se trata de una empresa y hay que pagar los sueldos. Mientras tanto, La fábrica de la tele, productora responsable de Sálvame, Sálvame Deluxe y Abre los ojos y mira, 30 horas de televisión a la semana, probablemente con el mejor ratio coste/beneficio del canal, se frota las manos pensando lo bien que han hecho para hilar todos sus programas y hacerlos dependientes entre sí… y la cadena ahora depende de ellos.
Esto es muy fácil de entender, T5 ha acostumbrado a su audiencia a ver casquería a todas horas y su publico no quiere otra cosa que no sea casquería. La prueba la tenemos en todas las series que estrenan, todas acaban fracasando porque T5 se ha creado un tipo de espectador con gustos muy concretos.