Si Punto Pelota era un buen programa de televisión o no es un detalle secundario cuando hablamos de un formato que identificaba a una cadena, que hacía que los espectadores de derechas e izquierdas indistintamente sintonizaran un canal que a cualquier otra hora resulta claramente dirigido a solo una parte de la audiencia, que compitió cada noche contra Marca TV con un formato idéntico hasta el cierre del canal y que se alzaba victorioso en la mayor parte de los casos, con un gasto de producción absolutamente contenido.
Si Punto Pelota era simplemente un Sálvame de fútbol, como hemos comentado todos en alguna ocasión, es también un detalle secundario, es más, es un punto a su favor en términos empresariales pues tanto uno como otro gozan del favor de la audiencia y cuestan poco dinero, ocupan muchas horas de televisión y dotan al canal de una imagen de marca, de una identidad, muy difícil de lograr en una época de muchas cadenas, en la que a menudo estas cadenas se cambian de ubicación y donde no son pocos los televisores que optan por resintonizarse por su cuenta, complicando aún más la vida del espectador medio.
¿Cuantos de los espectadores aficionados al fútbol que están frente a la televisión más allá de la medianoche conocían de memoria la ubicación de Intereconomía en su receptor gracias a Punto Pelota? Pues eso es lo que importa cuando creas un proyecto nuevo, cuando tienes que luchar día a día con grandes canales, cuando tienes una línea editorial tan respetable como otra cualquiera pero que, indefectiblemente, provoca rechazo, no ya entre quienes no comparten tus ideas, también entre muchos que, pudiendo compartirlas, preferirían un pasito más al centro y menos forofismo político.
Que la situación económica de Intereconomía es insostenible es algo que sabemos desde hace ya mucho tiempo, cuando se empezó a hablar de trabajadores que no cobraban sus nóminas, de colaboradores a los que no se pagaba sus facturas. La brecha se hizo aún más grande cuando muchas de las caras más conocidas de las tertulias políticas se pasaron a 13TV, canal de similar perfil pero con las cuentas aparentemente más saneadas. Los rumores sobre el fichaje de Josep Pedrerol por otro canal para hacer Punto Pelota no cesaban y, como espectadores y analistas del sector, a muchos no nos hubiera extrañado que alguno de los principales canales se hubiera atrevido con el programa, a la vista de los buenos resultados conseguidos en un canal menor.
Estos rumores cesaron cuando Pedrerol fichó por La Sexta para su informativo deportivo de la sobremesa, tarea que compaginaba con su presencia en Intereconomía por las noches y que le permitía seguir teniendo unos ingresos, afrontar sus gastos y los de su equipo, pues según él mismo afirmaba ayer, había pedido un crédito para pagar a sus colaboradores, de los que era responsable como dueño de la productora que les contrataba para hacer el programa. Y ha sido esta declaración pública la que parece haber irritado a Julio Ariza, responsable máximo de Intereconomía, que ayer mismo rescindía unilateralmente el contrato con el presentador y le impedía el acceso a las instalaciones de la cadena, provocando un revuelo máximo en las redes sociales y hoy mismo en los medios de comunicación escritos (nada en las televisiones que no se atreven a pisarse la manguera).
A simple vista, la situación no genera ningún tipo de duda: un trabajador que saca adelante un programa de éxito, que habrá tenido numerosas ofertas para marcharse y que, pese a todo y no sabemos muy bien por qué motivos, decidía quedarse en la cadena que no le paga pero que le necesita, ve como de la noche a la mañana se le despide fulminantemente y de muy malos modos, sin que haya mediado conflicto alguno más allá del que llevaban arrastrando meses. Lógicamente, desconocemos si hay algo más, si la trastienda de este desencuentro esconde algo que justifique esta decisión pero, aún si lo hubiera, las cosas no deben hacerse así, máxime cuando se trata de un trabajador con la repercusión que puedan tener Pedrerol y sus colaboradores.
Todo feo, muy feo, incluida la idea de seguir adelante con el programa en la misma noche de ayer, con otras caras, otras ideas, otro programa que decididamente no convenció a la audiencia, muchos de los cuales no habrán entendido nada si no estuvieron conectados a las redes sociales durante la tarde. Conducidos por Carlos García Hirschfeld, con tremendo papelón, caras más o menos conocidas de la televisión y el deporte como Chus Galán o Melchor Miralles junto con algún chico para todo, intentaron sacar adelante un programa que en nada se parecía a su original y que lanzaba a la audiencia un mensaje de normalidad incómodo, una sensación de estar viendo a los traidores bailar sobre las cenizas de sus predecesores y una gran interrogante ¿para estos colaboradores sí hay dinero? ¿qué les han prometido y qué garantías les han dado que no han cumplido con Pedrerol y compañía? No es ya que esté feo que en un día como el de ayer aceptes participar en un programa como este, es que aparte de quedar mal como compañero, nada te garantiza que vayas a cobrar, ni siquiera que el canal vaya a seguir abierto para pagarte. ¿Merece la pena hacer el feo?
Como bien nos recuerda Borja Terán esta mañana, los canales nacen y mueren, como los programas, como el éxito de presentadores y equipos. Es algo natural, forma parte del medio y es tan frustrante como el fracaso de cualquier otro proyecto o negocio en el que sus creadores ponen todo su esfuerzo y cariño. Nadie puede echar en cara a nadie que un canal que no funciona se cierre, que un programa que no se ve concluya, pero las formas ¡ay, las formas! qué importantes son… y el respeto. Como digo, desconozco los detalles concretos del conflicto entre Intereconomía y Pedrerol más allá de lo que ha sido publicado en los medios, casi siempre testimonios de una parte pero, a simple vista, los héroes y los villanos de este cuento parecen estar muy claros y es difícil no simpatizar. La lógica dice que el equipo completo de Punto Pelota no debería tardar mucho en encontrar otra ubicación para su programa, aunque la televisión no siempre responde a la lógica como la entendemos desde fuera. Veremos.
Ostras. Pues me acabo de enterar. Fíjate que a mí, que el fútbol me interesa CERO, veía el programa de Pedrerol cuando podía. Lo que le ha pasado es un reflejo de cómo está el mundo laboral actualmente. Lo das todo por la empresa, incluso sacrificas tiempo y dinero, crees en un proyecto y, cuando eres mínimamente crítico o cuando ya no les interesas, a la calle.