Tras 10 temporadas, más de 200 episodios, numerosos premios y reconocimientos y el título de serie más longeva (en episodios, que no en temporadas) de la ficción nacional (también algunas críticas y denuncias por determinados contenidos), Telecinco anunciaba hoy que esta será la última temporada de Aída, que se despedirá definitivamente de la audiencia en 2014.
Cuando Aída comenzó, no había muchos que dieran un duro por este spin-off de aquel personaje de 7 vidas originalmente concebido para aparecer en un único episodio. Pero Carmen Machi conquistó el corazón de sus compañeros y el de la audiencia, convirtiéndose en personaje imprescindible de la serie. Pese a todo, conseguir que la cadena diera el visto bueno a un proyecto presentado como la historia de una mujer maltratada, un yonki y una prostituta, pero en clave de comedia, no fue tarea fácil aunque ahora, 10 años después, a todos nos parezca natural.
Aída no es una serie que yo haya seguido, no es el tipo de humor que a mí me gusta, entre otras cosas porque soy más de dramas que de comedias, pero eso no quiere decir que no sea capaz de reconocer en ella muchos de sus méritos y las virtudes que la han llevado hasta aquí. ¿Recordáis cuando Machi anunció que se marchaba y todos pensamos que sería el fin? Miren Ibarguren no parecía que fuera a ser capaz de llenar el hueco y, sin embargo, ahí ha seguido, con la ayuda de Paco León y Melanie Olivares, demostrando que su éxito iba mucho más allá del encanto de su protagonista y dando la talla cuatro años más.
Quizá aquel hubiera sido el momento idóneo para cerrar el proyecto, con las audiencias por todo lo alto y toda su esencia prácticamente intacta pero ¿quién se atreve a dejar un proyecto a pleno rendimiento? Desde luego Telecinco y Globomedia no pensaban permitirlo y dieron lo mejor de sí mismos para que la historia continuara y siguió haciéndose grande y resultona.
Los años sin embargo no pasan en balde para las producciones televisivas y el público, por muy fiel que quiera ser, demanda novedades, se cansa de ver siempre a los mismos personajes y empieza a picotear de aquí y de allá, haciendo que las audiencias se resientan. La creatividad seguramente también lo haga y así, los datos de la serie habían sufrido notables pérdidas en los últimos años, lo que ha terminado por acabar con el proyecto, en lo que deberíamos entender como una lógica despedida después de 10 años de trabajo y éxito.
Pese a todo, el lenguaje es caprichoso y muchos son hoy los que hablan de cancelación de la serie, un término que usamos a menudo pero que, en mi opinión, lleva unas connotaciones negativas que no deberían aplicarse a este caso. Cancelar una serie supone interrumpir un proyecto antes de tiempo. Una cancelación es acabar con algo que estaba previsto hacer y ahora no se hace y el caso de Aída, como el de tantas otras series, es un proyecto que se renueva cada año, uno que cada temporada ha de pasar el test de la audiencia y la rentabilidad para saber si sigue adelante. No ha sido el caso, pero con la trayectoria que lleva y el aviso a tiempo para que el equipo creativo pueda darle el cierre que merece, creo que no ha lugar a definir esto como una cancelación y hacerlo es poner un punto negro en una historia que, televisivamente hablando, es ya un referente en nuestro país.
La temporada en emisión de Aída lleva grabada desde antes del verano y estaba apalabrada, que no firmada, una más con Telecinco. El equipo de Globo se iba a incorporar a finales de octubre para comenzar la grabación y de un día para otro se han quedado con cara de sellar el paro en vez de cobrar la nómina con la que contaban. Así que no está desencaminado el término cancelación. Está por ver si se graba un final como la serie se merece o si todo queda en un sueño de la Sole de 7 Vidas…