Ayer vi el último episodio emitido hasta el momento de The Good Wife y la verdad es que no puedo estar más enganchada a esta serie que es, «in my opinion» y sin ninguna duda, la mejor que se emite en estos momentos en EE.UU. Comenté alguna cosa en twitter mientras la veía y @AlbertoRguezM me preguntaba cuándo me animaría a escribir un post con mis ideas al respecto. En aquel momento, abrumada como estaba por las sensaciones que provoca en mí, no me atreví a comprometerme, consciente como soy de que no hay nada que pueda decir de ella que esté a la altura de su calidad, de las cosas que hacen y cómo las hacen. Hoy sin embargo, con la euforia más contenida, creo que me puedo poner con ello e intentar atisbar cuales son los secretos de un producto que atrapa a todo aquel que lo ve.
– Los casos: uno de los aciertos más grandes que ha tenido The Good Wife desde su primera temporada ha sido su capacidad para estar pegada a la actualidad, adelantándola en muchos casos. Esta habilidad para traernos cuestiones de relevancia en nuestro día a día, polémicas que en la vida real no se están resolviendo de forma clara en tribunales o siquiera en la sociedad misma, despiertan un interés real entre los espectadores por conocer los detalles de acusación y defensa y estructurar nuestros propios argumentos. En ocasiones, hemos visto plantear casos que meses después han ocupado un sitio en las noticias, despertando en nosotros una sonrisa cómplice que nos hace sentirnos bien, conocedores de detalles que solo como seguidores de la serie entendemos.
Además, siendo una serie de abogados, con casos autoconclusivos en la mayoría de los episodios, corría el riesgo de convertirse en un procedimental donde todo sigue la misma estructura narrativa, una que el espectador se aprende de forma natural y que semana a semana nos lleva a intuir el ritmo de los juicios y las investigaciones, sin apenas sorpresas o vueltas de tuerca inesperadas. En no pocas ocasiones, los casos episódicos se desarrollan por un lado, mientras los arcos argumentales fluyen de forma independiente, algo que no pasa aquí, donde todo se entrelaza y las consecuencias de unas y otras acciones siempre afectan a la historia general. Cuando creíamos que en las series de abogados estaba todo inventado, The Good Wife nos sorprende con casos trepidantes, jueces y fiscales llenos de matices y una absoluta incapacidad para adivinar lo que ocurrirá con ellos o cuando volverán a aparecer en escena. Y aquí es donde entramos en su segundo acierto:
– Los secundarios: personajes firmes unos, volátiles otros, algo locos, descerebrados, raros o víctimas de enfermedades que incapacitan su cuerpo y su forma de expresarse pero no su juicio, grandes jueces y abogados de primera línea y clientes de todas las calañas posibles, el universo de secundarios de la serie es un brillante ejercicio de casting que, en ocasiones, logra robar protagonismo a los actores principales, descargando la presión de llevar la voz cantante y logrando que nos olvidemos de ellos por un instante. Convertida a veces en un poco Ally McBeal, la seriedad siempre vuelve a las oficinas y los juzgados y en muy pocas ocasiones, aunque alguna sí que ha habido, hemos llegado a saturarnos. Junto a los refrescantes toques de locura, otros secundarios con historia propia como Kalinda, Jackie, Eli o el propio Florrick consiguen enamorarnos o irritarnos en la medida justa.
– Los protagonistas: por supuesto, la serie no sería lo que es si sus principales intérpretes no estuvieran magníficos en sus papeles. Pese a que en un principio Julianna Margulies no terminaba de llenar el suyo, a estas alturas parece que aquella inseguridad, aquella abogada fría y algo pusilánime, no era un problema de guión, ni de casting, sino la realidad de su personaje, el de una mujer dedicada a criar a sus hijos durante más de una década, pendiente de su casa y de su marido que, de pronto, ve su vida expuesta en los medios, sus cuernos en boca de todos, su matrimonio roto y su carrera inexistente. Empezar de cero era su única opción, pero estaba rodeada de víboras e intereses por todas partes… yo también estaría asustada.
Pero mi favorita es Diane, la elegancia personificada, la abogada profesional y leal (casi del todo), ambiciosa y capaz. Solo puedo ser fan.
Will me resulta algo más indiferente, no termino de verle trigo limpio y no sé cuales son mis sentimientos hacia él, algo perfectamente buscado por unos guionistas que saben cómo jugar sus cartas conmigo y que tienen que provocarme esa incapacidad para decidir si quiero que Alicia acabe con él o termine definitivamente por rehacer su matrimonio. Y aquí es donde viene lo que para mí es la mejor guinda del pastel:
– La tensión sexual: resuelta a veces, otras no, hay escenas de The Good Wife que son lo más parecido al porno que una cadena en abierto como CBS puede permitirse. Y hacer algo así sin mostrar más piel de la cuenta, sin apenas hablar y en ocasiones con la sala llena de gente, es un mérito que merecería en si mismo un premio, o ponerle dos rombos a la serie. Sí, hay escenas en las que se ve y se habla claramente de sexo, pero esas no son las que suben la temperatura de la serie, esas son solo parte de la trama, son las otras, las que solo están en nuestra cabeza, las que realmente tienen mérito.
Todos recordamos las escenas en los ascensores, epicentro de la tensión sexual entre Will y Alicia, pero también alguna demostración de fuerza de Kalinda que mostraba sin mostrar y, la última, esa discusión sobre unos papeles de un cliente, un cara a cara entre Will y Alicia con una gran mesa de madera entre ellos que estaba pidiendo a gritos que se desfogaran sobre ella de una vez, porque este odio que acaba de nacer entre ambos es solo un calentón brutal por saber que sus nuevas circunstancias hacen casi imposible que vuelvan a acostarse juntos (mientras nosotros contamos los días para ese momento).
Si no estás viendo The Good Wife, te estás perdiendo una gran serie y esta temporada que está floja de nuevos estrenos, es tu oportunidad para reengacharte con ella. No digas que no te avisé.
Tengo un problema con esta serie. Creo que es lo mejor que he visto en años, pero me resulta complicado sacarla en una tertulia y decir así alegremente que te gusta una serie de abogados. Es fácil ser fan de Breaking Bad, es muy simple vender esa moto. Pero si de verdad le das una oportunidad creo que Alicia y el resto de abogados del bufete te devuelven mas satisfacciones de lo que ninguna serie reciente ha conseguido hasta ahora. La cantidad de personajes, su variedad y complejidad, que no te puedas decidir en ningún momento por uno o por otro y las tramas que son de noticia de actualidad ahora mismo pero que a la vez aportan ( y mucho) crean un coctel irresistible.
Además está el hecho que sea una network y las «limitaciones» que como suele pasar hacen que el matrimonio King le busque las vueltas a situaciones que Showtime resolvería a golpe de polvazo de 2:30 minutos. Insinuar mas que mostrar, como principio fundamental para el erotismo – la erótica del poder-.