Paco Marhuenda se está convirtiendo en la estrella de cualquier debate político que se precie en la televisión nacional. Pongas la cadena que pongas, a la hora que la pongas, allí está él con sus gafitas, sus pelitos pegados y su cara de no haber roto nunca un plato pero estar siempre presente cuando la vajilla cae estrepitosamente.
Marhuenda es ya un imprescindible en la discusión, un Personaje con mayúsculas que anima el debate mucho más por los resortes que logra activar a su alrededor que por sí mismo.
Dos cosas destacan especialmente en la personalidad televisiva del director de La Razón, dos cuestiones derivadas directamente de su pensamiento político, como es obvio, pero pido por favor a los lectores que hagan el esfuerzo de abstraerse de ellos, de interpretar si sus palabras van cargadas de razón o son una solemne memez y vean más allá, observen el entorno y lo que provoca en términos de espectáculo televisivo.
Cuando empecé a ver que en Al Rojo Vivo contaban con alguien como Paco Marhuenda de forma habitual en sus debates me llamó la atención, sobre todo por esa etiqueta que acostumbramos a poner a cadenas, programas y presentadores, etiqueta que en este caso era claramente sectaria y partidista, una que hacía pensar que en ese programa todos los participantes eran claramente tendenciosos, escorados a la izquierda y profundamente anti-PP. La sorpresa para muchos fue encontrarse un programa en muchos momentos equilibrado, sin olvidar lo que es una realidad muy legítima, la de una línea editorial concreta que reconocemos en muchos de los programas de La Sexta y que, sin embargo, parecía ser incompatible con la presencia de ciertos totems periodísticos de la derecha. Sin embargo, ahí estaba Paco cada semana, haciendo su papel y defendiendo sus ideas contra viento y marea. Al principio llama la atención, luego se convierte en un punto a favor de la pluralidad del programa y finalmente termina por hacerme pensar si se tratará de un infiltrado o de una utilización muy inteligente del personaje para rebatir sus ideas con sus propios argumentos.
En ese pensamiento andaba yo desde hace semanas cuando me he dado cuenta de otro interesante efecto-Marhuenda: su capacidad para sacar de quicio a sus compañeros de mesa sin levantar la voz y casi sin despeinarse, solo con soltar dos o tres argumentos como quién avisa de que sale a comprar el pan, es capaz de electrificar al más comedido de los periodistas pro-izquierdistas y no digamos ya a alguna exaltada representante de IU, a los que logra hacer perder la razón a base de provocar que le insulten, le griten y, también he de decirlo, incomoden a parte de la audiencia con la tensión que traspasa la pantalla. Mientras tanto, Paquito sigue con su tono de voz inalterable, pidiendo respeto y soltando alguna perlita que solo por el tono de voz puede llegar a pasar desapercibida, pero que irrita aún más a quién tiene enfrente.
La televisión de hoy en día está plagada de tertulias que se basan en juntar a un montón de personas con ideas diferente haciendo corrillos para defender lo suyo: hay tertulias deportivas donde madridistas y barcelonistas se tiran de los pelos, tertulias del corazón donde todos tiran piedras a todos y las políticas, donde derecha e izquierda siguen pensando que las ideologías han de ser blancas o negras y se enfrentan por unos principios que cada vez son más solapables. En todas ellas lo importante ha dejado de ser el contenido y lo fundamental son las estrellas mediáticas que se crean, sea por la aceptación popular o por el rechazo que provocan, entre sus compañeros y la audiencia. Ser capaz de captar toda esa afectividad o animosidad es clave para el ritmo televisivo y el espectáculo y hay que reconocerlo, Paco Marhuenda es ya uno de esos elementos, como Kiko Matamoros o Siro López.
Hola Chica de la Tele
El Señor Marhuenda es toda una estrella y deja a diario -y por todas las cadenas- muestras de su valía. Uno de mis momentos Marhuenda favoritos esta en youtube, no tienes más que teclear Marhuenda objetivo… y veinte segundos de argumentario y flema en estado puro.
Un saludo.