Esta noche Antena 3 estrena Top Chef, concurso de cocina originalmente previsto para su emisión en La Sexta que, tras el rotundo éxito de Masterchef en TVE, ha dado el salto a la cadena principal de Atresmedia donde su desempeño, previsiblemente exitoso, dará mejores réditos al conjunto del grupo.
Apuesta por un concurso de talentos, terreno en el que la cadena aún no ha logrado un gran éxito, trayectoria que con Top Chef podría romper, gracias a la avanzadilla en este terreno dada ya por TVE y la creciente fama de un Alberto Chicote que con su Pesadilla en la cocina ha demostrado ser un gran personaje televisivo y, he de añadir, un excelente comunicador, a la vista de sus intervenciones en las distintas presentaciones de sus programas a las que he podido asistir, la última esta de Top Chef, donde lo mismo habla de cocina, del desarrollo del concurso o de la evolución de las audiencias.
En este caso, Chicote viene acompañado por otros dos grandes cocineros españoles, Susi Diáz y Ángel León, ajenos al mundo televisivo pero amigos entre sí, lo que puede resultar en muy buenos momentos, sobre todo cuando, más avanzado el programa, se encuentren más cómodos frente a las cámaras, algo que, a la vista del primer programa, él seguramente logre más pronto que ella.
Top Chef no difiere mucho de Masterchef y, en este caso, posiblemente sea un punto a su favor, pues todo ese tortuoso camino hasta el record de audiencia que terminaron consiguiendo ya lo han recorrido en TVE, lo que añadido a la, a veces excesiva, promoción del estreno en todos los programas de la cadena debería trasladar a Antena 3 un buen puñado de espectadores que quizá de otro modo no se habrían interesado por el nuevo formato. Además, la manera en que está editado el programa ofrece en ocasiones unas pinceladas de edición tróspida que hará brotar la risa en el espectador y engancharán a otro tipo de audiencia menos formal, al tiempo que ayuda a convertir en personajes a los que a día de hoy tan solo son cocineros profesionales con ganas de competir entre ellos y demostrar todo lo que pueden dar.
En el terreno de lo mejorable, al menos en esta primera entrega, asistimos a la visita de Robin Food, uno de los cocineros estrella de la red, que animará a los concursantes durante una de las pruebas pero que resulta algo desaprovechado. Es una cuestión meramente anecdótica pero, en ocasiones, este tipo de programas insisten en tener muchos invitados de categoría, invitados que ilusionan a los concursantes pero que, a nivel televisivo, no aportan nada al programa ni al espectador y que, no teniendo tarea alguna en el desarrollo de la competición pueden llegar a resultar un pegote incómodo que lastre el ritmo del conjunto.
Y en el terreno de lo prescindible, a la espera de ver el resultado final, ese formato complementario que se ha inventado para el late night, con el nombre de El almacén y presentado por Paula Vázquez, un debate sobre lo ocurrido en el programa que tendrá como invitados a los concursantes ya eliminados y a los propios cocineros/jurado. Innecesario y algo peligroso a la hora de juzgar un conjunto que, solo con el programa original, debería dar unos muy buenos resultados.
Post originalmente publicado en Generación Young.