Mi visita al FesTVal de la pasada semana me ha dado la oportunidad de asistir al preestreno de El tiempo entre costuras, la única serie de prime time de todas las que se estrenaron que pude ver en primicia, para mi tristeza, pues me hubiera encantado ver el resto de series que se presentaron.
Penas aparte, la experiencia vivida en el Teatro Principal de Vitoria con la proyección en pantalla grande del primer episodio de esta adaptación y la pasión con que lo vivieron los asistentes, mereció la pena absolutamente.
Vaya por delante que no he leído la novela original, aunque creo que ninguno de sus lectores habituales se sentirán defraudados. Son muchas las personas que, habiéndola leído, afirman que es muy fiel y que la elección de los actores y sus interpretaciones todo un acierto, pese a los inevitables recortes en las tramas y pequeñas ausencias derivadas de las necesidades de convertir el texto en una obra audiovisual. Que su autora, María Dueñas, haya estado haciendo el tour promocional con los actores es también una buena señal, mostrando lo cómoda que se encuentra con el resultado, algo verdaderamente difícil cuando se están tomando unas imágenes, unas sensaciones, unos personajes que solo existían en su cabeza.
Y no es de extrañar que sea así, insisto, no habiendo leído la novela, creo que El tiempo entre costuras en una excelente obra audiovisual, una que, si destaca por algo, es por la belleza de sus imágenes, por lo pausado de sus secuencias que, lejos de convertirlas en lentas y aburridas, se convierten en un placer para la vista, un reposado disfrute de lo que está ocurriendo.
A menudo nos quejamos cuando una serie no funciona de que carece de ritmo, pero esto no significa que todo deba ser trepidante, que las tramas deban ser atropelladas y todo estar montado picado y sin descanso. No, cuando una serie se nos hace lenta es porque no está pasando nada, ni en la trama, ni en la cabeza de los protagonistas. Cuando una buena serie se vuelve pausada, todo en nuestra cabeza se pone a cámara lenta, en este caso, somos capaces de embriagarnos del ambiente de Marruecos, de sentir el sol en la cara por las calles de Madrid o atormentarnos por la situación en la que nos ha dejado un amor imposible. Cuando una serie bien hecha conecta con el espectador, la lentitud no significa vacío, salvo cuando el corazón de los protagonistas así lo pide.
Siguiendo con las confesiones, he de reconocer también que no soy fan de Adriana Ugarte, que antes de su metedura de pata en los Goya me resultaba indiferente, que durante aquel fiasco me pareció boba y que, después de aquello, cuando incapaz de disculparse por el error, se tomaba todo a chiste sin darse cuenta de que ¡¡¡no había sabido leer un papel!!! la puse en mi lista de «Me das pereza» (y no, no había visto La Señora). Su interpretación de Sira en El tiempo entre costuras ha cambiado esta percepción y me ha reconciliado con ella, su sencilla belleza, su fragilidad, su inocencia, son suficientes para hacerme olvidar a Adriana y pensar únicamente en Sira. Pese a que no comparto el tópico tan repetido estos días de «solo Adriana podría haber interpretado a Sira» sí creo que la elección ha sido un gran acierto y que llena el papel, uno complicado no solo por lo intenso de sus vivencias, también por la omnipresencia de la actriz en casi la totalidad de las secuencias que veremos en las once entregas de las que se compone esta obra.
¿Es El tiempo entre costuras perfecta? No, no lo es. Hay primeros planos innecesarios, que dirigen al espectador casi como si fuera tonto, y la química entre los protagonistas no termina de cuajar. En un amor que se describe como pura pasión, como una incapacidad para pensar en otra cosa que no sea la presencia del otro, la elegancia con la que se presenta la relación, sin escenas de sexo siquiera subidas de tono termina por distanciar a los protagonistas. Es, una vez más y según me dicen, fruto de la fidelidad al libro. Además, la imponente presencia de Rubén Cortada en el papel de Ramiro, se desinfla un poco con el hecho de haber sido doblado, algo que muchos criticaron a la salida del estreno pero que yo, aún conociendo este detalle, he de reconocer que no percibí, embaucada como estaba con la historia.