Abre los ojos y mira se ha pegado el gran batacazo y, sin haberlo visto, por eso de que andábamos en el FesTVal disfrutando de un Larrodera sembrado, me atrevo a aventurar que el principal motivo de este descalabro es uno solo y muy claro: ya existía en emisión otro programa suficientemente parecido, como para que la audiencia se haya trasladado masivamente.
Siempre hablamos de la necesidad de cancelar los programas antes de que se pudran, de renovarlos antes de que el desgaste de al traste con él pero, en este caso, la cancelación ha sido prematura. No tanto por el formato y los contenidos de El Gran Debate, claramente cansino y repetitivo, como por los datos que estaba consiguiendo cada noche, liderando el prime time con frecuencia y el late night siempre.
El caso La Noria sirvió de excusa para un cambio de nombre y de secciones, pero al final el programa era prácticamente lo mismo, con los mismos colaboradores, las mismas discusiones políticas entre periodistas de uno y otro «bando» y el mismo presentador altivo y prepotente de siempre. Y la misma audiencia, la que cada noche de sábado les hacía líderes o casi.
Y este grueso de la audiencia acostumbrada a ver Telecinco, no lo estaba tanto por la cadena como por el contenido principal del programa, esa tertulia de actualidad, casi siempre política, que en clave de enfrentamiento entre colaboradores daba vidilla al siempre aburrido análisis político serio que nunca habría funcionado en prime-time, exactamente lo mismo que atisbó La Sexta cuando decidió que un formato de estas características no solo podía funcionarles en la mañana y la tarde, sino también en la noche, en la misma en la que ya lo había probado provechoso Telecinco. Y así es como nació La Sexta Noche, con un presentador que no se convierte en estrella y con unos colaboradores algo menos resabiados que los de El gran debate, pero igualmente escorados, irritados e irritantes. Justo lo que la audiencia había demostrado querer en la noche de los sábados.
En una jornada además como la de este sábado en la que el fiasco olímpico era noticia de máxima actualidad, parecía lógico que una mayoría se decantara por el análisis de la jugada y desde luego ni Fernando Guillén o Ana Milán, ni los gorditos de No seas pesado (gran nombre por cierto) tenían una opinión al respecto que la audiencia quisiera conocer.
Cancelar un programa como El gran debate en el momento en el que se canceló para apostar por otra cosa, cualquier cosa, era para mí un gran acierto. Me parece valiente que se intentara renovar la franja cuando el producto aún funcionaba, aunque tiendo a pensar que ha de haber algún motivo más para prescindir de un caballo ganador de esta manera. Que el programa sustituto sea mejor o peor es, sin duda, un importante detalle a la hora de atraer a nuevos espectadores o mantener los ya conquistados y, según cuentan quienes lo han visto, a Abre los ojos y mira le falta mucho rodaje y mucha miga. Pero, el principal problema de esta apuesta no está en Emma García, ni siquiera en Telecinco, el principal problema está en la acera de enfrente, como un supermercado que deja de comercializar nuestra leche favorita y descubrimos que el de al lado sí la tiene… y solo pulsando un botón, la tenemos en la nevera.
T5 tiene un gran problema¡¡
A lo largo del verano se está viendo una tendencia en la audiencia que está empezando a dar la espalda a una programación repetitiva, casposa, con presentadores sin credibilidad capitaneados por la insufrible Emma García.
Campamento de verano un fracaso (lo vean como lo vean), Sálvame ya es superado por la series de A3, Frágiles otro fracaso. Aída un culto a la vulgaridad.
¡Hasta Ana Rosa ya es sobrepasada por Susana Griso¡¡
Telecino tiene un problema creo…