Vuelve a surgir esta polémica en España: los horarios de emisión de las series y programas del prime time no son normales, son poco compatibles con el horario laboral y, lo que es peor, cada vez se respetan menos. Ante este panorama, periódicamente los espectadores se rebelan, desde distintas asociaciones, y reclaman una parrilla más respetuosa con la audiencia, más cabal y, sobre todo, más tempranera.
En esta ocasión, los promotores de la iniciativa sugieren que los contenidos destinados al prime time no deben terminar más tarde de las once de la noche, un imposible en una parrilla que ha demostrado en innumerables ocasiones que, si la competencia así lo marca, las once de la noche es una buena hora para comenzar con la serie de turno, que además dura hora y media sin anuncios, por no hablar de realities y concursos que se extienden hasta bien pasada la una de la madrugada. Una locura que cualquier extranjero no comprende, pero que en España funciona. Lo malo no es que el prime time empiece tarde, es que cada vez lo hace MÁS tarde.
Soy partidaria de que los principales contenidos de la parrilla se estrenen más temprano, creo que las diez de la noche es una hora estupenda y que la ausencia de publicidad en TVE ha sido una gran prueba de ello y una oportunidad perdida para que el resto de cadenas entendieran lo bien que funcionaba la emisión así, aunque ellos tengan que alargarlo necesariamente si quieren incluir publicidad en los contenidos, claro. Quizá si se eliminaran todas las absurdas pildoritas de relleno que se emiten cada noche los horarios tendrían más sentido y cabría toda la publicidad de forma ordenada, especialmente ahora que las estrategias de programación apuntan a menor número de interrupciones y pausas más cortas, cuando las hay, permitiendo así que tuviéramos unas adecuadas horas de descanso.
Pese a todo, hay una cosa en esta petición que no comparto y que me parece un chiste y es la afirmación «Esta alteración de los horarios puede aumentar el grado de estrés, de cansancio, de siniestralidad y de absentismo laboral, afecta a la productividad y al fracaso escolar». Vamos a ver, que seguir los contenidos del prime time no es obligatorio, que ver la televisión como concepto no es una necesidad y que llegar tarde a trabajar porque estuvimos viendo Gran Hermano hasta las dos de la mañana no es un excusa seria, por no hablar de los niños que no rinden porque se acuestan tarde. Horarios más razonables, si, pero echarle la culpa al prime time tardío cuando llegamos tarde a trabajar o dormimos poco es una excusa lamentable.
Desde luego los horarios son sumamente difíciles de asumir, además del inocrdio de la publicidad, que come mucho tiempo y las películas o series se alargan una barbaridad.