Primera noche de lunes de septiembre, algunas cadenas retoman la batalla por la audiencia con el estreno de nuevos programas o el regreso de sus caras más conocidas, mientras que otras aún apuran los últimos episodios de lo que estrenaron en verano. La parrilla queda así bastante desigual, con espectadores debatiéndose entre terminar de ver aquello que durante un par de meses sirvió de entretenimiento sin mayores pretensiones, como el caso de Frágiles en Telecinco o arrancar ya con platos fuertes que durarán hasta el otoño, si los datos acompañan, como el estreno de La Cúpula en Antena 3, otra de esas series extranjeras con las que la cadena intenta enriquecer su oferta de ficción, con desigual seguimiento.
En mi caso, como el de la audiencia mayoritaria, opté por la adaptación de Stephen King de la que tanto había oído hablar, sin llegar a interesarme del todo. Dos episodios seguidos, como suele ser habitual en la parrilla española, que se me hicieron cortos, pero que no lograron despertar en mí demasiado interés por continuar con ella. No soy muy fan de este tipo de historias y empiezo a detectar una curiosa proliferación de series que tienen un arranque espectacular y muy intrigante, pero que no logran desarrollar la investigación sobre el origen de los sucesos de la manera en que lo hace una serie policíaca, una de médicos o las más tópicas series de abogados. Algo se pierde en este género que no logra conectar conmigo, que hace que el interés por disfrutar «del viaje» que tuve en su momento con Perdidos no sea una opción. Con La Cúpula creo que me pasa lo mismo.
Pese a la emisión de dos episodios seguidos, al terminar aún pude engancharme al final de Frágiles, que también se emitía con entrega doble, en un saldillo de episodios que acababa a las dos de la madrugada con un final que no podemos considerar abierto, sino absolutamente inacabado. No sé qué planteamiento tenían en cadena y productora cuando concluyeron la grabación de este episodio pero, conociendo el mercado y su funcionamiento, sabiendo que la primera temporada no había tenido resultados de record y la segunda bien podría ser la última, yo me pregunto ¿tánto costaba hacer un episodio un poquito más cerrado? Lo vemos en otras series constantemente, incluso cuando sabemos que habrá nueva temporada, los episodios finales cierran muchos de sus arcos argumentales, abren otros, pero rara vez dejan todo completamente abierto. Bastante frustrante para el espectador fiel, que no merece una despedida así. Aunque la culpa es toda mía, por dejarme engatusar.
Esta noche toca seguir con más novedades, me atreveré con Vivo Cantando ¡Hey!