Antes de su última desaparición de la televisión escribí esta entrada sobre Belén Esteban en la que, entre otros, echaba la culpa de sus males a su familia, amigos y representante que, en última instancia, consideraba tenían la responsabilidad moral de darse cuenta de que Belén no estaba bien y no podía seguir de plató en plató llorando sus miserias, dejándose machacar por sus contradicciones y enarbolando la bandera de su madre y su hija a diestro y siniestro, como una muralla que la fuera a salvar de toda crítica por su comportamiento y justificación por sus errores. Varios meses después, la Esteban sigue sin aparecer por pantalla, pero tenemos a Lucía Etxeberría que ha penado por los platós de igual modo y se ha convertido en la viva imagen de la peor Belén, sin gritos, pero con las mismas excusas e incoherencias en su comportamiento… por un puñado de euros.
Son numerosas las personas que hablan de linchamiento, acoso y bullying a la pobrecita Lucía, ella la primera, pero su paso por el reality de Telecinco y posteriores entrevistas en directo, a mí no me dejan lugar a dudas: esta señora no está bien aconsejada o no es suficientemente madura para su edad y, sobre todo, pretende hacernos creer que la cadena y sus miembros son de una determinada calaña que ella, con su comportamiento, está replicando de igual o peor manera.
La última salida de tono ha venido en forma de declaración pública, por escrito, que es donde ella se defiende mejor, para acusar al programa de casi coaccionarla para acudir al Deluxe. Cuando decidió abandonar Campamento de verano, su contrato, ese que solo enarbola para el cumplimiento de las claúsulas que le interesan, dice que ha de pagar una penalización, un dinero que le ofrecieron ahorrarse si se dejaba entrevistar en el programa. Esa es una oportunidad que muchos de los participantes de reality habrían querido tener y no han tenido una que, lejos de parecerme una presión, me parece una opción estupenda para ahorrarte un dinerito que tu contrato te obliga a pagar. Es la segunda vez que esta señora hace algo que no le gusta con la excusa del dinero, la misma que mantiene a sus compañeros de reality en la sierra de Gredos, pero ella lo llama coacción.
Si hay algo que caracteriza a la televisión más criticada que hace Telecinco es la puesta en primer plano de algunos de los secretos más oscuros de los personajes famosos que crean a partir de sus programas, secretos inconfesables que a veces son reales y otras solo viven en la imaginación de los colaboradores, que nunca aportan pruebas de lo que dicen y se limitan a lanzar maledicencias sobre unos y otros para tener más contenidos en los programas o cambiar el foco de la atención de ellos mismos a otros. Así, hemos visto minutos y minutos de programación dedicados a comentar unas fotos escandalosas que nadie ha visto, unas adicciones que sus protagonistas no reconocen o unas acusaciones de agresiones que no han sido denunciadas. El peor periodismo rosa, convertido en amarillismo deleznable, ha pasado por las cámaras de las cadenas de televisión para hacer caja y ahora, también por la tecla de Lucía, que arrea a sus compañeros de campamento con la misma mala baba que critica, con la misma indecencia que critica.
Yo no sé si esta señora sabía donde se metía y está haciendo un papelón o si realmente se ha pasado media vida criticando la telebasura de oídas desde su torre de marfil en la que nunca ha entrado un televisor. Si es lo primero, ya está bien de engañar a la gente y hacerse pasar por víctima de cosas muy serias que pasan a la gente de verdad, en la intimidad, entre las cuatro paredes anónimas de su casa o de un instituto, sin una sola cámara que lo pueda constatar, sin tres millones de españoles que lo vean. Si por el contrario es medianamente cierto que se ha metido en un jardín que no conocía, que está superada por todo lo que rodea a este mundo, que cambie de representante ya, pues estoy segura de que él sí tiene tele en casa, y que deje de hacernos creer que a los platós va obligada y que una vez dentro no se puede salir. No he visto la entrevista del viernes, que muchos califican de infame y degradante, pero precisamente en programas como el Deluxe hemos visto a más de un invitado renunciar a su caché por un calentón y abandonar en mitad de la entrevista sin mayor problema ¿por qué no se fue? ¿por qué su representante no la sacó de allí si ella no podía? ¿no tiene amigos que la pudieran acompañar a pasar un trago como este y que en un momento dado tiraran de ella para que abandonara? ¿si está de baja por ansiedad por qué acude al programa?
Lo malo de ir por la vida de ser superior, de dignísimo, de víctima de un sistema que no encaja con uno, es que es muy sencillo entrar en contradicción. Como dice un buen amigo mío, nunca te enfrentes con un cerdo en una pelea de barro, los dos acabaréis de mierda hasta las orejas, lo malo es que a él le gusta.
La polémica de la Etxebarría me recuerda al alcalde al que pillaron yendo de putas: «No, es que yo acompañaba a estas señoritas a su casa, ¿sabe usted?» Bien barato lo está pagando la petarda esta, que no le hizo ascos al cheque de Tele 5 cuando se lo pasaban delante de las narices, después de lo que ha largado contra la cadena por esa boquita. Si fuera malpensado, diría que todo ha sido una venganza milimétricamente orquestada por Paolo Vassile para poder desquitarse de tantas críticas por parte de la ‘inteligentzia’ oficial de este país. Sí, amigos, VOSOTROS también tenéis un precio.