Como backer de la película de Veronica Mars, ayer recibía con emoción y algo de sorpresa, la noticia de que las jornadas de rodaje habían concluido. Emocionada por ver que el proyecto era una realidad ya plasmada en imágenes y sorprendida porque parece que fue ayer cuando Rob Thomas y Kristen Bell publicaban su campaña de recaudación en Kickstarter. Parece evidente ahora que en aquel momento tenían bastante claro que saldría adelante, pues el proceso de preproducción de una película es un puzzle realmente complicado que no se suele sacar adelante en apenas un par de meses.
Sea como sea, si alguien tuvo alguna vez dudas sobre si finalmente veríamos la película o no, parece que ya no hay vuelta atrás: la historia está rodada y la parte del trabajo que queda pendiente, aunque mucho más laboriosa y extendida en el tiempo, es mucho menos sensible a los contratiempos y problemas de agenda de unos y otros. Desde España solo nos queda una duda ¿llegaremos a verla en cines? En mi caso, me vale con verla en el salón de casa, como y donde siempre he disfrutado de las andanzas de Veronica y compañía.
La película de Veronica Mars es un hito en la historia del movimiento fan porque ha demostrado que se pueden vender entradas de cine antes siquiera de hacer la obra y esto es un gran cambio en el funcionamiento del sector, uno que habría que investigar con calma y cuyas posibilidades van más allá de la mera anécdota, muy a tener en cuenta en tiempos de crisis del modelo de negocio. Hasta Spike Lee cree que puede ser una buena forma de financiación y ha puesto en marcha su propia colecta para una película.
El cambio de los tiempos lleva a los cineastas a hacer cosas nuevas, no solo en el terreno creativo, también en financiación y, por supuesto, en modelos de distribución y las televisiones, hasta hace poco principal competencia, pueden ser sus mejores aliadas. Ya no es solo que se haya difuminado la línea que separa cine y televisión, que sus actores y directores intercambien formatos sin complejos o que las historias traspasen la pantalla grande para convertirse en series o las series canceladas prematuramente se conviertan en esperadas películas, es algo más.
Así lo demuestra también esta semana Calle 13 con el estreno de su proyecto Little Secret Film, una iniciativa de producción propia en la que 13 directores ponen en marcha 13 películas, a estrenar una vez al mes, rodadas en tan solo 13 horas y únicamente con 13 personas en el equipo. La primera de estas obras, Real Movie, se estrenaba este lunes en el canal, posteriormente en Yomvi y, a partir de la semana que viene, estará disponible en la propia web del canal, para que cualquiera pueda verla.
En esta primera entrega, tan solo dos actrices nos conducen por una trepidante historia de éxito profesional y pruebas a superar por las calles de Madrid, con importante contenido social y un inesperado final. Aunque el desarrollo de la trama puede resultar lento por momentos y la interpretación es bastante floja, el resultado final es un curioso ejercicio audiovisual que posiblemente beba de la inspiración de Black Mirror, aunque esté muy lejos de parecerse a ninguna de sus brillantes e impactantes entregas. En cualquier caso, una buena experiencia que despierta el interés por ver más y comprobar de qué manera se puede sacar partido a los recursos escasos en función del mayor o menor talento de los implicados.
Pese a que pueda parecer que los cineastas se enfrentan a una crisis del sector que da al traste con proyectos y posibilidades de salir adelante con sus creaciones, creo que nunca hasta ahora ha habido tantas opciones para hacer cosas, tantas posibilidades de contactar directamente con tu público objetivo, con los que ya te conocen y quieren apoyar tu obra o con aquellos que nunca habrían sabido que existes si no hubieran crecido las opciones de comunicación como lo han hecho. Como siempre en tiempos de cambio, las incertidumbres asustan y pueden bloquear a muchos, que ven cómo los cimientos de un sector que consideraban sólido e inamovible de pronto se mueven, tiemblan y no responden como esperaban. No es destrucción, es solo transformación.