¿Echas de menos Mujeres Deseperadas? Pues entonces estás de suerte, porque el nuevo proyecto de Marc Cherry no puede ser más parecido, en todos los aspectos. Se llama Devious Maids y se limita a subir un escalón en la clase social de sus protagonistas y dar la vuelta a la cámara, poniendo el foco en aquellas personas que habitualmente pasan desapercibidas: el servicio.
Ambientada en lo más pijo de Beverly Hills, esta serie vuelve a reunir a un grupo de mujeres protagonistas, en este caso latinas, para contar las miserias de los ricachones sin escrúpulos, sin moral, sin decencia y eso sí, muchos complejos, para los que trabajan, cada una de ellas con una agenda oculta que se irá revelando y desarrollando episodio a episodio. Desde hijos a los que intentar recuperar hasta carreras artísticas por explotar o asesinatos de incierta repercusión y misteriosa relación con algunas de las chicas.
Como ocurría en Mujeres Desesperadas, hay un misterio principal que se esconde tras todo lo que hace uno de los personajes, un misterio que servirá de arco argumental para toda la temporada, o eso se desprende de esta primera entrega y de la experiencia que ya tenemos con su creador, que no hace sino aumentar el parecido de este y su gran producto de éxito.
¿Queréis más? La musiquita que acompaña a una importante parte de las escenas que se desarrollan es idéntica al tipo de composición que adornaba las aventuritas de las mujeres de Wisteria Lane, aunque en este caso se le ha dado un toque mexicano en mi opinión algo exagerado y machacón, que termina por cansar. Quiero creer que se trata de un exceso limitado al piloto.
Devious Maids está plagada de caras conocidas, de esas que hemos visto como secundarias en numerosas series de los últimos años desde Perdidos a Sin Rastro, pasando por Big Love, Anatomía de Grey, CSI o Melrose Place. Actores de reparto que ahora tienen la oportunidad de un papel recurrente que puede darles estabilidad si el éxito de esta serie es medianamente parecido al de su predecesora. Lástima que la ABC no se haya atrevido con ella y finalmente se emita en un canal menor como Lifetime, porque su principal virtud es también su gran defecto, ese parecido excesivo quizá con Mujeres Desesperadas.
Pese a todo, su capacidad para exagerar los defectos de los villanos de esta serie, que no son otros que los ricos y despiadados habitantes de Beverly Hills nos da frases memorables al estilo Condesa de Grantham en Downton Abbey, aunque sin el brillante y elegante humor inglés. Afirmaciones como «nunca he tenido una asistenta que no tuviera acento» o «no estoy diseñada para vivir sola», son solo algunas de las perlas que podemos escuchar de boca de sus protagonistas, engalanadas con sus mejores sedas y joyas.
Si eres hombre, no tengo claro cuánto puede gustarte esta serie, que retrata a tus congéneres como inútiles portadores de músculos, hormonas o billetes, dedicados a presumir de sus jóvenes mujeres o seducir a sus empleadas del hogar. La verdad, no salís muy bien parados, al menos de momento.
No hay mucho más que añadir sobre este piloto, salvo quizá el placer de escuchar a actrices capaces de hablar tan bien inglés como español y saber además lo que están diciendo, no como la mayoría de los actores norteamericanos a los que últimamente no dejan de poner frases en español en sus guiones, frases que la mayoría reproduce fonéticamente sin saber lo que están diciendo y cuyo resultado a oídos de un hispanoparlante es lamentable, más allá de la ilusión que nos pueda hacer el incremento de la influencia de nuestra lengua en la industria.
Me interesa, me interesa. A ver si le echo el guante.