Estoy fuera de España estos días y, de casualidad, me he enterado del follón montado en Gran Hermano con la expulsión de Argi por unas desafortunadas palabras en apoyo de la banda terrorista ETA. Me sorprende lo expeditivo del asunto, lo rápido que se ha tomado una decisión que tiene muchos matices y en la que estoy segura la cadena podría haber tomado otro camino con la misma vehemencia con la que ha expulsado a la concursante.
Lo cierto es que, al leer los motivos de su expulsión, pensé que hacer apología de la banda terrorista era motivo más que suficiente para la decisión pero, al ver la frase tal cual fue pronunciada, tengo mis dudas sobre si eso es en realidad apología del terrorismo o motivo suficiente para reaccionar tan expeditivamente. Por supuesto que me parece despreciable la actitud y la sola idea de que alguien pueda apoyar a nadie que mate por sus ideas políticas y, viendo las imágenes tal como sucedieron, creo que se entiende perfectamente que se trata de una broma de muy mal gusto, muy desafortunada pero que rápidamente sus compañeros recriminaron y ella misma se dio cuenta de la burrada que había dicho. Llamada al confesionario para hablar del tema, una vez más pidió perdón y fue consciente de que ciertas cosas no pueden ser tomadas a broma, pues han hecho y aún hoy día siguen haciendo, mucho daño a mucha gente.
Vista la actitud de Argi, habría entendido también que la hubieran dejado en el programa con una nominación disciplinaria, pero la cadena ha optado por castigar duramente lo que consideran una actitud inaceptable y, como bien dice Mercedes Milá, si es por no herir más a quienes ya han sido injustamente machacados, no hay más que decir.
Pese a todo, creo que entrar a dar este tipo de lecciones de moral es peligroso, no por la lección concreta que se da cuando se castiga, sino por la cantidad de acciones que quedan por debajo de esa vara de medir que se establece y por las que ahora puede pedirse a la cadena que rinda cuentas. Sin ir más lejos, parece ser que otros concursantes de la casa, los gemelos de Sevilla, a punto de la expulsión disciplinaria en anteriores ocasiones por su actitud, han nombrado un par de veces a Marta del Castillo para hacer mofa de su desaparición, con frases como «estar más perdido que Marta del Castillo». Sinceramente, este comentario me parece tan despreciable como el Argi o incluso más, al no haber mediado perdón alguno en esta caso. ¿Es más doloroso el sufrimiento de un colectivo que el de una sola familia? ¿No merecen los padres de Marta del Castillo el mismo respeto que las víctimas de ETA?
Podríamos entrar en mil disquisiciones sobre este asunto, habrá opiniones para todos los gustos, la mía la tengo más o menos clara: si el comentario de Argi merecía la expulsión, también el de los gemelos y entrar a establecer diferencias entre dolores y asesinatos violentos es un jardín en el que si entras, difícilmente saldrás sin escaldar. Telecinco lo está comprobando.
Realmente son palabras tan desafortunadas como estúpida la reacción de Telecinco, que desde la misma dirección de la cadena han perpetrado hechos mucho peores que una simple metida de pata como para que sus medidas «disciplinarias» tengan algún tipo de credibilidad.