Ayer me cogí un importante cabreo viendo la televisión por algo tan absurdo como la receta del pan. En Espejo público volvían sobre un tema ya analizado en Equipo de investigación: la guerra del pan de Valencia. Este conflicto entre panaderos surge por la puesta en marcha de una cadena de panaderías que vende la barra a 20 céntimos, un precio de risa, que ha dejado sin clientes a muchas de las panaderías de siempre y que ahora enfrenta a los panaderos con este nuevo empresario. El enfrentamiento es tal que las harineras no quieren servir su materia prima al recién llegado, por miedo a las represalias de sus clientes habituales y las denuncias se suceden, hablando de la mala calidad del pan, del origen incierto de la materia prima utilizada y cualquier otra posible cuestión que pueda poner en duda la salubridad de consumir este producto. Una batalla como tantas otras libradas por comerciantes cuando aparece un elemento distorsionador del mercado.
Las denuncias de los panaderos han llegado al extremo de afirmar que la harina de estas barras baratas proviene de Chernobyl, una afirmación que yo solo puedo calificar de surrealista, pero a la que Espejo Público daba ayer un titular sobreimpresionado en pantalla. No contentos con ello, llevaban a plató a una panadera artesana que afirmaba la imposibilidad de que el pan low cost fuera de calidad solo por el tiempo que tarda en hacerse: unas 3 horas, frente a las 14 que ella afirma tardar en fabricar el suyo. Efectivamente, a 20 céntimos la barra, es imposible que una panadería que tarda 14 horas en hacer un pan pueda sufragar los gastos derivados de hacer el pan, pero hablamos de otro pan, de uno que tarda cinco veces menos tiempo y no por ello ha de ser mal pan, aunque no dedique tiempo a la masa madre.
Se afirmaba ayer en el programa, basándose únicamente en el tiempo que tarda un pan en hacerse, que las barras baratas no podían ser buenas, que tenían que ser fruto de la química porque de otro modo era imposible. Lamentablemente, se ve que ninguno de los presentes en plató había hecho un pan en casa nunca porque, de ser así, habrían podido rebatir esta afirmación, pues un pan casero, hecho con levadura de panadería, la de siempre, la que se compra en los pueblos directamente de la tahona y ahora también en los supermercados, tarda poco menos de tres horas en hacerse. Lo sé de primera mano, hago pan con frecuencia en casa y si eso es un pan de mala calidad, fruto de la química ¡qué vivan la mala calidad y la química!.
Parece que esté escribiendo en un blog de cocina, pero es que en este caso, me parece muy sencillo hacer una investigación mínima antes de hacer afirmaciones como las escuchadas ayer. Alguien podría haber hecho un pan en casa, o simplemente haber acudido a los cientos de recetas que hay en la red para hacer pan casero. Alguien podía haber comprado una barra de ese pan y haberla llevado a analizar, para ver cuales eran sus ingredientes y si, efectivamente, hay algo químico o dañino para la salud en ellas. De otro modo, se está hablando por hablar, dando opiniones subjetivas basadas en el desconocimiento, que pueden ser muy respetables, pero que deben ser claramente expresadas como opinión y no como información.
A nadie escapa que el mercado, de cualquier mercancía, tiene productos caros y baratos, algunos con los que se pierde dinero y sirven de gancho para que el cliente compre otras cosas con las que sí se gana, tiendas que ganan dinero con el volumen de ventas y, por encima de todo, distintas calidades de un mismo producto que hacen que haya distintos precios. ¿Significa eso que el producto barato sea nocivo para la salud? ¿sospechoso de esconder ingredientes ilegales? Si así fuera, acabaríamos con la mitad de los productos de algunas de las principales cadenas de supermercados de nuestro país.
Al final, lo del pan es lo de menos, pues no pasa de ser una mera anécdota, pero demuestra una vez más que los periodistas y colaboradores de los medios de comunicación hablan con demasiada ligereza de las cosas, sentando cátedra frecuentemente sobre lo que son solo opiniones personales. Lo malo es que solo nos damos cuenta cuando tratan temas que conocemos de primera mano o hemos puesto en práctica alguna vez.
Ah, y esto es solo una opinión personal, escrita en un blog personal, de alguien que no es periodista ni hace investigación periodística, no vaya alguien a pensar que peco de lo mismo.
Hace años, en uno de los especiales informativos post 11-s que hacía antena 3 de madrugada y que presentaba Susana Griso, ella dio paso a un corte publicitario con la siguiente frase: «Después de la publicidad seguiremos especulando». Retrato de la televisión «informativa» en españa de la que esta persona es un exponente más. Que penita, dios