Se preveía una gala reivindicativa y llena de soflamas anti gobierno como aquella del «No a la guerra». Todo el mundo estaba expectante ante lo que pudiera pasar y hasta el Presidente de la Academia había pedido que no se politizará la gala, consciente como era del daño que aquella otra provocó en «el cariño» de gran parte de los españoles hacia la industria en general. Tánto se hablaba de cómo de beligerantes serían los discursos de los actores, que hasta periodistas y colaboradores de algunos medios de comunicación, con el ABC a la cabeza, habían pedido a TVE que no hiciera de altavoz de estas protestas y no emitiera la gala, en lo que sin duda era prender una llama en un terreno ya de por sí muy candente. Y quizá haya sido por toda esta polémica previa por lo que al final la gala de ayer no me haya parecido tan tremendamente politizada como se esperaba. Sí, muchos de los ganadores y presentadores soltaron sus frases reivindicativas, pero me parece que lo hicieron de una forma muy general y hasta descafeinada para lo que estamos acostumbrados a ver en algunos de sus protagonistas.
Sin el «divertimento» del numerito político y con la soporífera duración de la gala, el programa de televisión como tal resultó aburrido, tedioso y, una vez más, soportable gracias a la inestimable compañía de la familia tuitera… y eso que yo me incorporé tarde, cuando el discurso del Sr.Macho ya había sulfurado a más de uno. A cambio, me había tragado parte de la pregala, ese formato que ahora llaman «Alfombra Roja» como concepto televisivo y que, aún apreciando el conocimiento que sus conductores tenían sobre los protagonistas y sus curriculums, se hizo también largo en sus entrevistas. Reconozcámoslo, el interés de estos momentos en los que los actores más conocidos del país van entrando a la fiesta no es otro que echar un vistazo a sus modelazos, sus peinados, sus tacones y sus esmoquins, no hay más. Así, cuanto menos se enrollen con cada una de las personas entrevistadas, más tiempo tendremos de ver a los demás y más gente podrá pasar por delante de las cámaras. Sí, queremos escucharles, pero un poquito solo, la pregunta de rigor y pasando el siguiente ¡que hay cada uno que se enrolla que da gusto y eso es muy poco televisivo!. Por cierto ¿para qué sacaron a Anne de su casa un domingo por la tarde? Aparte de para vestirla de señor.
El momentazo de la gala: el premio a Concha Velasco por toda una vida dedicada a la profesión. La homenajeada se marcó un monólogo al más puro estilo Club de la comedia, monólogo que agradecimos por lo preparado y natural (en una estrellona como ella, ir de diva es lo más natural), pero que quitó emoción al momento, habitualmente entrañable y mocoso. Parecía que se iba Concha cuando algunas de las caras conocidas con las que trabaja, como Mar Regueras o Amaia Salamanca y otros sorprendentes acompañantes como Fernando Tejero o el resucitado MAM aparecían en el escenario para cantarle un poutpurri de canciones que rápidamente quedó calificado como el minuto de la vergüenza entre los espectadores que tuiteaban el evento. Personalmente, creo que este tipo de galas necesitan cosas así y me da igual que lo hagan bien o mal, que no canten una nota afinada o que los floripondios del pelo de ellas sean un horror, al menos me divierto viéndoles intentarlo y saliéndose de su encorsetado papel de estrellas. En cualquier caso, toda la vergüenza ajena que aventuraba su actuación quedó rápidamente eclipsada con la metedura de pata de Adriana Ugarte al nombrar un ganador que no era tal, equivocación que no había logrado entender hasta que he visto este vídeo en el que se arroja algo de luz sobre los motivos de la confusión: una tarjeta mal colocada y una presentadora a la que todo le importa un bledo.
Por suerte para Adriana también, poco después aparecía Candela Peña con su recién ganado Goya a hacer el speech quizá más sentido de toda la gala, por lo personal y rabioso, aunque después del shock seamos muchos los que nos preguntemos si no estaría exagerando un poco para el papel. En este sentido, no tardó en formarse un gran revuelo en torno a sus declaraciones, que aparecían en YouTube bloqueadas por copyright en lo que muchos quisieron ver como una mano negra del gobierno censurando sus palabras. El argumento caía por su propio peso tan solo con entrar en la web de TVE, que a casi toda pantalla mostraba el vídeo completo de su discurso, echando por tierra cualquier teoría conspirativa. Tan acostumbrados estamos a ver algunas cosas en YouTube, que tendemos a olvidar que son muchas las fuentes originales de los vídeos que los ponen a disposición de cualquiera en sus propias webs, ahorrándonos el trabajo de tener que buscarlo en otro sitio donde, a veces, pasan estas cosas. Incluso en el perfil oficial de TVE en YouTube estaba disponible. ¿Que es TVE quién hace que el vídeo aparezca bloqueado en otros perfiles? Claro que sí, pero no por una cuestión de censura. Es más, si Candela Peña hubiera dicho Vota PP, tampoco en YouTube se hubiera podido ver anoche.
Por último, una reivindicación por mi parte, ya que estamos: señores del cine que piensan que la televisión es una industria menor, echen un vistazo a su alrededor en la gala ¿Cuantos de los que subieron a presentar un premio o estaban nominados son más conocidos por sus papeles en series que por sus películas? (Incluyendo a un Resines cuyo gag me pareció un divertido gesto de autocrítica, Concha Velasco o su dulce sobrina, que hizo no pocos pinitos como presentadora de 40TV), ¿Cuantos premios se llevaron películas financiadas por cadenas de televisión que, además del dinero que invierten, hacen campañones de publicidad que multiplican el éxito en taquilla? ¿Que clase de gala se haría si no retransmitiera por televisión? de vaqueros y pincho de tortilla. ¡Pues eso!
Candela Peña, te amo. No se puede decir más ni ser más emocionante con tan pocas palabras. Maribel Verdú: el chiste sobre Naomi Watts y «a mi me dejan para las rebajas» me pareció sublime. La frase más aguda de la noche, creo que casi nadie se enteró. Yo sí y me reí con ganas. ¡Enhorabuena!