No es la primera vez que me quejo de la regresión que está sufriendo la programación de TVE, pero es que no me dejan más opción que recordarlo una vez más, ahora que se anuncia la emisión de dos nuevos programas que podrían haber sido rescatados perfectamente del baúl de los recuerdos.
Por una parte, se confirma que los malos datos del programa de Anne Igartiburu se traducen en un recorte de su duración, recorte que se rellenará con la vuelta a la pantalla de Ana García Lozano, un conocido rostro de la televisión de principios de siglo (¡cómo suena esto!) que vuelve para presentar un talk show llamado Tenemos que hablar. El clásico programa de testimonios que dejó de existir, creíamos que para siempre, con la desaparición de El Diario, vuelve a las tardes de nuestra tele, esta vez en TVE.
Nunca he entendido qué atractivo tienen este tipo de programas, qué puede hacer que nos interesemos por la vida de personajes completamente anónimos que acuden a la televisión a contar sus penas, sus alegrías, sus amores, sus arrepentimientos, cuestiones absolutamente privadas que, en muchas ocasiones, provocan rubor en los espectadores, cuestiones que estoy segura se enquistan o agravan precisamente por el hecho de salir en televisión y que solo en contadas ocasiones sirven de liberación, a modo de terapia de grupo. Es más, cuando El diario desapareció finalmente de Antena 3, venía ya cargado de una importante pérdida de credibilidad, con cámaras ocultas que demostraban que muchas personas son capaces de inventarse vidas y problemas tan solo por un minuto de gloria en televisión, personas aburridas que mienten fácilmente a la producción del programa y que, si bien entretienen igualmente a la audiencia a base de construir su historia de ficción, echan por tierra el objetivo final del programa, que no es otro que el de trasladar problemas reales de la gente real a quienes en sus casas puedan pensar que son los únicos en sufrirlos o bien contar historias de superación y finales felices que animen a la audiencia y le dejen un buen sabor de boca. Va a ser esto a lo que llaman servicio público.
Por si esto no fuera suficiente, nos anuncian también el regreso del formato programa de variedades. ¿Alguien conoce un término más viejuno para hablar de un formato televisivo? Yo desde luego no y, aunque tenemos un claro ejemplo en Telecinco de que esto funciona con Tú sí que vales, que no es otra cosa que un programa de variedades, en este caso tiene los suficientes elementos de modernidad como para, con los mismos ingredientes básicos, ser algo completamente diferente y actual. Pero no parece que los tiros vayan por ahí y Por fin es viernes puede revivir el incombustible espíritu de Noche de fiesta, para alegría de jubilados y reafirmación de nuevas generaciones, que cada día están más alejadas de la televisión tradicional.
La excusa para buscar de nuevo este tipo de contenidos parece ser la de ofrecer una alternativa blanca al líder de la noche de los viernes, Sálvame Deluxe, una batalla que parece perdida y que desde luego no se va a ganar con cantantes actuando en playback. Mientras tanto, Antena 3 anuncia que este mismo viernes estrena Increíbles, el nuevo concurso dedicado a buscar cerebritos con ayuda de famosos como Chenoa, Mario Vaquerizo y el omnipresente Santiago Segura, presentado por el rey de los concursos, Carlos Sobera. Desconozco cómo será el programa, pero al menos alabo el interés por hacer cosas nuevas y atractivas, con programas que bien podrían estar en la cadena pública que, sin embargo, prefiere recurrir a programas de relleno, de puro entretenimiento sin pretensiones. Mal, muy mal.
En medio de todo este despropósito de programación, la noche de los miércoles sigue siendo la del cine de archivo, con grandes títulos como el de esta noche, El cabo del terror, protagonizada por Robert Mitchum y Gregory Peck, una apuesta barata por el cine de calidad que pasa completamente desapercibida, por considerarse un relleno de saldo y que, sin embargo, es uno de los mejores activos de un canal que cuenta con grandes profesionales y excelentes programas que no hacen más que quedar enterrados en una mala imagen general que a cada nuevo anuncio se muestra más triste y apagada.
¿No fue anoche El cabo del Miedo? No la vi, pero creo que estaba anunciada. Y, a no ser que mi disfunción temporal me haga estar donde no estoy, creo que ayer fue martes… 😉
Un saludo,