Esta semana es una de esas en las que los seriéfilos sentimos la angustia de la separación, la pena de un adiós definitivo que, no por esperado, resulta menos triste. El viernes se despide de la parrilla para siempre Fringe, una serie con tantos detractores como fans, injustamente tratada por algunos que optaron por dejarla en sus primeros episodios y no le dieron la oportunidad de mostrar su verdadera esencia, su humanidad, su psicología, esa angustia de la pérdida de un hijo y todo lo que unos padres pueden llegar a hacer por recuperarlo que, al final, es en lo que podemos resumir esta historia.
Fringe ha sido un viaje brillante por la ciencia ficción y el terror que puede producir una investigación científica mal entendida y mal utilizada, con personajes capaces de mostrar lo mejor y lo peor de sí mismos a lo largo de las temporadas, haciéndonos cambiar de opinión sin complejos, entendiendo sus motivos y hasta imaginándonos en su lugar haciendo las mismas cosas. Pero Fringe era una serie difícil. Más allá de la espectacularidad de su primer episodio, seguir las tramas y conexiones de los personajes, los experimentos entrelazados en el tiempo y esos saltos entre realidades que modificaban constantemente el esquema mental que habíamos logrado crear era una tarea complicada, un acto de fe que muy pocos estaban dispuestos a asumir y que hacía que semana a semana el goteo de espectadores que abandonaba la historia nos hiciera temer por su continuidad. Sin embargo, durante cinco temporadas Fox nos ha dado la alegría de seguir apoyando a Walter Bishop y su familia, sus amigos y enemigos, manteniéndonos en vilo cada año con la posibilidad de la cancelación, de un final de historia precipitado e inconcluso que finalmente no se ha dado y que, tras el anuncio de que la quinta sería la última temporada, nos trae a este punto de enero 2013 con la alegría de ver el trabajo rematado y la pena de que termine ya.
En España hemos podido seguir Fringe por medio de Canal + y también en algunas cadenas autonómicas y es en este importante momento de la historia cuando el canal de pago, que ha estado ofreciendo los episodios en la misma semana de su emisión, nos hace el regalo de emitir el final de la serie de forma simultánea a su emisión en EE.UU., concretamente la noche del viernes al sábado a las 2:10 de la madrugada en Canal + Acción. Evidentemente esta acción no es una búsqueda de audiencia, pues todos los factores restrictivos apuntan a unos datos muy pequeños: canal de pago, audiencia de por sí muy exclusiva, espectadores que no están al día, los que no quieren seguirla si no es en versión doblada. al final, vas restando, restando y quedamos cuatro gatos pendientes de la emisión pero ¡qué felicidad!
La emisión del final de Lost en simultáneo con EE.UU., primera iniciativa en este sentido que recuerdo, fue un evento. Que se hiciera en Cuatro y que fuera una de las series más comentadas de la historia convertía su emisión «en directo» en un hito televisivo, de esos en los que gusta ser pionero. Pero Lost era mucho Lost. Hacerlo con Fringe ahora, en un canal de pago, es más un regalo a los seguidores, un detalle que la cadena tiene con nosotros, como quién aparece en la puerta de casa con un tulipán blanco, que una estrategia de programación o marketing. Yo desde luego ya tenía pensado verlo el sábado antes de osar asomarme a la red y correr el riesgo de encontrarme algún spoiler, pero agradezco el esfuerzo que supone adelantar en unas horas el desenlace de la historia. Espero que merezca la pena.
Totalmente de acuerdo en todo.
Ojalá el final esté a la altura de esta (al menos para mi) gran serie, porque durante toda esta última temporada he estado esperando más de lo que ha dado de sí.