Después del éxito de su papel en The Good Wife, el de un peculiar abogado capaz de sacar de quicio a sus rivales con su fuerte personalidad y su falta de complejos, Michael J.Fox regresa a la televisión para interpretar a un nuevo personaje, esta vez con marcados tintes autobiográficos. Un proyecto de la cadena NBC, en el que dará vida a un periodista aquejado de parkinson que ve cómo puede regresar a su vida profesional gracias a una nueva medicación que le permitirá reincorporarse a su trabajo.
La actitud que Michael J.Fox ha tenido siempre frente a su enfermedad ha sido loable. Diagnosticado cuando aún era muy joven y nadie esperaba que una enfermedad como esta le atacara, decidió hacer todo lo posible por recuperarse y mostrarle al mundo que se debe luchar y que se puede llevar una vida satisfactoria con los cuidados médicos y medicinales correctos pero que, sobre todo, uno no debe avergonzarse de estar enfermo y, no solo no pasa nada por contarlo, sino que hacerlo desde su posición de influencia puede ayudar a muchos otros que padecen esta y otras dolencias graves.
El tratamiento informativo que los medios dan a las enfermedades de los famosos siempre me ha resultado extraño, especialmente en estos últimos años en los que parece que han desaparecido muchos tabues y en los que no son pocos los personajes populares que han contado su historia, no solo como elemento de terapia personal, también como mensaje de apoyo a quienes como ellos sufren enfermedades graves y a quienes no se cuidan lo suficiente como para ser diagnosticados a tiempo.
Pese a todo, existe un cierto pudor por parte de los informadores a la hora de mencionar algunas palabras, el cancer especialmente, un pudor que lleva a llamar «una larga enfermedad» a numerosos fallecimientos por culpa de esta dolencia, en un extraño intento por minimizar la gravedad de un padecimiento que ya se ha llevado la vida de algún conocido personaje público.
Desde el punto de vista meramente informativo, se me escapan los motivos que llevan a este comportamiento, salvo en los casos en que la familia o el propio protagonista así lo piden, que estoy segura de que hoy en día son los menos. Las campañas incesantes que se llevan a cabo desde todos los ámbitos relacionados con la salud para concienciar a la ciudadanía de que no hay enfermedades vergonzantes, de que es importante tratarse pronto y correctamente y de que es esencial estar alerta, chocan radicalmente con este comportamiento de los medios que, en ocasiones, se pasan al extremo contrario, haciendo un espectáculo de quienes caen enfermos y deciden contarlo. Ha ocurrido con Terelu Campos, quizá el caso más sonado de los últimos meses, en cuyo proceso se han recreado durante semanas, e incluso con Tito Vilanova, que inspiró un especial de Punto Pelota, desde mi punto de vista innecesario por su extensión y las características del programa.
Aunque pueden haber pecado de excesivos, cualquiera de estos dos últimos casos han sido un ejemplo, sin embargo, de naturalidad. Dos personajes muy conocidos de los españoles que no tienen reparo en hablar de su enfermedad o en que sus compañeros de profesión lo hagan, abiertamente, dando un apoyo a la persona al mismo tiempo que se envía un mensaje de alerta a la sociedad. Puede parecer una exageración pero, desde mi punto de vista, cumple una labor social mucho más importante esta forma de afrontar la noticia que los numerosos eufemismos que otros utilizan por no citar las enfermedades con su nombre.
Obviamente, cada cual, por muy famoso que sea, es muy libre de afrontar sus problemas de salud como le de la gana y es la ley la primera que les protege a la hora de decidir qué cuentan y cómo lo cuentan. Pese a todo, creo que cuanto más se unan ambas formas de hacerlo, más ganaremos todo, los que los sufren, los que están a su alrededor y los que, aún sanos, cualquier día pueden caer en ello.
Siempre me ha parecido curioso que los famosos solo se implican cuando la padecen ellos. Entonces te crean una fundación para la investigación, aparecen en los medios de comunicación hablando de ello, etc… Siempre me ha parecido un poco hipocrita porque en el fondo lo que buscan con esas fundaciones es encontrar una cara para ellos (vale que luego la sociedad se beneficiaria),.
Hay muchisimas enfermedades (no solo el cancer, alzehimer o parkinson) que necesitan una voz publica para recaudar fondos. Tanto que pueden hacer los famosos por dar a conocer enfermedades que no reciben ayudas para la investigacion y solo se dedican a mirarse el ombligo.