(OJO SPOILERS: Si no has visto el último episodio de la serie puede que no quieras seguir leyendo)

Ayer, tras 20 temporadas, Hospital Central, la serie más longeva de la televisión española, cerraba sus puertas para siempre. Han sido muchas historias, muchas enfermedades, cientos de pacientes conocidos y desconocidos, cientos de muertes más o menos violentas y emparejamientos de todas las intensidades y condiciones posibles en 300 episodios que han marcado la vida de muchos de sus protagonistas, auténticos desconocidos al entrar al Central que ahora son parte de nuestro recuerdo televisivo.

Como suele ocurrir con este tipo de series con tantas temporadas, la trama ha sufrido numerosos altibajos, algunos de ellos especialmente afectados por las decisiones de programación, que ponían y quitaban la serie de la parrilla, la sustituían por enfrentamientos deportivos o la movían a altas horas de la noche, haciendo casi imposible para sus seguidores mantener el interés que, más de una década después de su estreno, ya costaba alimentar incluso de no haberse movido de su slot original. Y así fue como yo abandoné hace ya un par de temporadas las historias de Vilches y compañía, un abandono que solo anoche pasé por alto para seguir este episodio final, historia ya de la televisión española.

O eso quiero pensar, porque no podemos olvidar que el mes pasado se informaba de que este cierre de  la historia tendría dos posibles finales, no fuera a ser que a alguien le diera por rescatarla y hubiera muerto hasta el apuntador… así que, mejor solo el apuntador, por si acaso. No sabemos cómo hubiera terminado la historia de haberse escogido el final alternativo, pero está bastante claro que lo que se nos mostró ayer, deja la puerta abierta a seguir con las historias cuando y como la cadena y productora quieran. Lo ocurrido anoche, aun siendo una gran pérdida para la familia Hospital Central, no fue en absoluto un acontecimiento que haga imposible retomar la serie, que dejaba con vida y al pie del cañón a muchos de sus recientes protagonistas, con tramas a las que únicamente se entornaba la puerta.

Como en tantas otras series de estas características, series ya antes contadas, son numerosos los paralelismos que encontramos con sus antecesoras y alguna de sus coetáneas. Unos pensarán que se trata de inspiración legítima, otros hablarán de plagio, algunos pensarán que es solo una casualidad. Yo me limito a creer que no hay tantas cosas que puedan pasar en un hospital, tanto si se trata de uno español, como si nos vamos a EE.UU., en todos puede haber familiares que se vuelven locos y se lían a tiros con el personal, en todos se pasan tantas horas como para que los líos amorosos se limiten al entorno laboral, en todos hay médicos que acaban sufriendo duras enfermedades, en todos hay catástrofes que atender. No se trata solo de contarlas, hay que saber encontrar el elenco que las haga funcionar, unos diálogos que funcionen, una dirección que lo mantenga todo unido. Y aunque no siempre los eslabones de esta cadena han funcionado, que una serie se mantenga en antena durante 20 temporadas y 300 episodios no es una casualidad. No olvidemos que la propia Telecinco intentó renovar y modernizar las historias de médicos para llegar a un público más joven con MIR y no funcionó en absoluto.

Volviendo al cierre de temporada final emitido anoche, me pareció realmente flojo, pero lo cierto es que últimamente no recuerdo una serie que haya dejado un remate espectacular, uno de esos que nos dejen boquiabiertos, en los que los guionistas echen el resto y hagan todo aquello que nunca les dejaron poner en práctica por las ataduras de la continuidad, de los actores intocables, de la necesidad de seguir funcionando de forma estable. Sí, Vilches ha muerto, Vilches reaparece como un fantasmita en el Hospital para que sepamos que la vida sigue funcionando sin él y Vilches desaparece para siempre como si eso fuera el mejor remate de la historia, la desaparición del que ya se había convertido en su personaje más emblemático. Personalmente, ni creo que su asesinato haya sido un giro de tuerca que mereciera la pena, ni creo que, una vez tomada la decisión de acabar con su vida, el momento de su muerte haya merecido la pena. No, los personajes como este deben morir de repente, sorprendentemente, hubiera podido recibir una de las primeras balas que se disparan al entrar, no sufrir una agonía en vida tan inútil como predecible. Llegó un momento de la historia en que la tensión no existía y aunque muchos temíamos que moriría (solo porque era el último episodio) nos deja indiferentes ese disparo final, no logra asustar, ni emocionar, no logra traspasar la pantalla. Ni siquiera logra cumplir con la historia del personaje, que hubiera tenido más sentido perdiendo a su amada, manteniendo la desgracia que en cierto modo le persigue y le impide ser feliz. Pero bueno, son solo palabras de seguidora de la serie que, como tantos otros, siempre encuentra una argumento mejor al que los guionistas han inventado, es ley de vida televisiva.

Antes de la emisión de este episodio final, pudimos ver este bonito homenaje a la trayectoria de la serie. En menor medida, también pudimos recordar con el vídeo que acompañaba a los créditos finales con algunas de las caras más conocidas que han pasado por la serie, actores y actrices que ahora ya están presentes en nuestra memoria por su sólida trayectoria y que empezaron en Hospital Central, otros que ya llegaron consagrados y dieron lustre a episódicos o los que nunca más hemos visto ni podemos imaginar sin la bata azul. Los que completaron temporada tras temporada con excelentes interpretaciones y los que, pese a mantenerse como sellos de identidad de la historia, nunca juntaron dos escenas convincentes.

Con sus defectos y sus virtudes, Hospital Central será ya y para siempre, parte de la historia de la televisión de España. Gracias por los buenos ratos.

Entrada originalmente publicada en Generación Young.