Ayer fue uno de esos días de máximo peligro en la red si eres seguidor de series americanas con mucho tirón. Terminaban las temporadas de Homeland y Dexter y cualquiera que tema los spoilers tanto como yo se veía obligado a no leer ni un solo blog, ni un solo tuit, sin antes haber pasado por su proveedor de torrents habitual y posterior proyección televisiva.
Hoy, con el trabajo ya hecho y la pena de no contar con dos de las mejores series del año entre mis entretenimientos semanales, puedo ya leer todo lo que se ha escrito sobre el tema, imaginar a Ricardo de pie en su salón mordiéndose las uñas o sorprenderme de que en su séptima temporada Dexter haya logrado batir record de audiencia absoluto con la season finale, que es ya el episodio más visto en la historia del canal.
AVISO: SPOILERS (A partir de aquí, sigue leyendo bajo tu responsabilidad)
Hablar de estas dos series en el mismo post quizá no tengo mucho sentido, pues apenas comparten nada que no sea emitirse el mismo día y por tanto emitirse en la parrilla particular de muchos espectadores a menudo de forma consecutiva. Una de ellas, Homeland, está en un momento dulce, habiendo conseguido mantenerse a la altura de su primera temporada, algo tremendamente complicado, no solo por el habitual bache que pasan las series en su segundo año, sino por el altísimo nivel que dejó la primera entrega. Dexter, por el contrario, acusa desde hace tiempo el exceso de temporadas que, si bien son cortas (la serie no aguantaría más de 20 episodios por año), hace tiempo que dan vueltas sobre sí mismas. Pero vayamos por partes:
La segunda temporada de Homeland no ha sido tan intensa como la primera, de alguna manera los hechos se han desarrollado de forma mucho menos trepidante y hemos podido terminar muchos episodios sin la imperiosa necesidad de que fuera lunes otra vez. El último, sin ir más lejos, pese a tener una segunda mitad sorprendente, venía de un ritmo tan pausado como la propia vida en la cabaña del bosque en que transcurre, impropio de dos personajes que han sido tremendamente activos durante casi 20 episodios, incapaces de bajar la guardia o relajarse. Verlos así se hace extraño y llega a confundir al seguidor habitual, creando en él una muy apropiada bipolaridad: por un lado estás tranquilo, agradeciendo que las cosas se relajen, mientras por otro no puedes evitar la tensión de saber que esto no es normal y por algún lado nos darán el susto. Casi como si fuéramos agentes antiterroristas, la calma se vuelve tensa e incapaz de soportarse.
No han sido pocas las personas que han comparado Homeland con 24, esa persecución del terrorismo islámico, esos agentes dobles y esa sospecha permanente, también el ritmo de algunos de sus episodios y por supuesto, la hija repelente. Para terminar de encontrarle parecidos, ahora el protagonista también huye del gobierno americano, acusado de crímenes que no ha cometido, o eso creemos. No creo que Brody aguante tantas temporadas como Jack Bauer pero al menos ahora, nos encontramos ante un planteamiento completamente diferente y se abren las posibilidades de avanzar hacia otras historias. En cualquier caso, tendremos que esperar casi un año para enfrentarnos a ello, aprovecharemos para recuperar fuerzas, pues no hay otra serie en pantalla en este momento con un nivel tan intenso de tensión.
Por su parte, Dexter entra ya en la recta final de su emisión, con tan solo una temporada a la vista. Los acontecimientos de esta última se precipitan y ya hay demasiados errores, demasiada gente que conoce el secreto de su pasajero oscuro, demasiados sentimientos, hasta el punto de dejar que destruyan hasta los más sólidos principios de una Debra que no tiene otra salida más que morir, como también lo hará Dexter, no veo otra posible salida. En una serie como esta en la que la clásica moralina americana está muy presente, llegando a justificar a un asesino por el bien de la sociedad, cuando las cosas se salen de madre y se empieza a matar sin control, sin excusas, sin justificación moral, solo queda el castigo y no tengo ninguna duda que aquí no va a quedar vivo nadie que tenga sus manos manchadas de sangre.
Después de una temporada muy criticada como la anterior, parece que esta nos ha reconciliado con el personaje y la historia, algo muy habitual cuando ya se avista el final, cuando los guionistas tienen la libertad creativa de seguir hacia adelante sin miedo, sin retenciones derivadas de la necesidad de caminar hacia un final incierto en el tiempo. Los espectadores también sentimos esa libertad y también somos capaces de estar más relajados, sabiendo que no nos marearán mucho más, que las vueltas sobre los mismos temas, los mismos errores, no seguirán hasta el infinito, que los guionistas ya están en el tren que lleva a un desenlace lárgamente esperado. El año que viene a estas alturas, ya podremos hacer balance total de esta historia sorprendente y seguro que será muy positivo. No tengo duda.
Os dejo mi opinión sobre los finales de temporada de estas dos series:
http://postmodernia.blogspot.com.es/2012/12/finales-de-temporada-dexter-mejora.html