Hace un par de días estuve viendo el primer episodio de The Mindy Project, una comedia cuya existencia conocía pero a la que ni siquiera había dado la oportunidad de interesarme por su planteamiento, por sus actores, sus creadores, nada, es que no había leído ni una sola frase sobre ella. Y lo cierto es que, de haberlo hecho, probablemente no hubiera sentido mayor interés por verla, pues a simple vista parece una serie más de joven superpreparada en su trabajo, en este caso el de médico, que recién atravesada la treintena y sin pareja estable, decide que debe dar un cambio a su vida para lograr asentar su vida personal. ¡Tan visto!
Y efectivamente, es ver el primer episodio de la serie y sentir que estás viendo algo muy trillado ya, una historia contada muchas veces con sus peculiaridades, pero con un fondo demasiado manido.
En este caso además no podía dejar de pensar en el prototipo en el que ya se ha convertido, con apenas una decena de episodios, Girls, una serie protagonizada por una chica poco agraciada físicamente, muy intensa y muy preparada intelectualmente que además resulta ser una imagen real de la creadora y guionista, que no es otra que ella misma.
Los paralelismos entre Lena Dunham y Mindy Kaling y sus respectivos personajes no son pocos y, pese a que ese concepto autobiográfico de sus obras debería aportarle intensidad y realismo a sus historias, a mí personalmente consiguen alejarme de ellas. Saber que esas tonterías que están diciendo, que esas frases de chica lista que están soltando o esos aires de grandeza que a veces respiran son reales, escritos o supervisados por ellas para sus propios personajes, hacen que me desconecte de la ficción y me parezca estar viendo a una persona real, que no necesariamente me cae bien. No tengo claro que me guste y, aunque seguiré con Girls, porque hacia el final de su primera temporada logró hacerme reir, The Mindy Project creo que se quedará por el camino, salvo que alguien que la siga me recomiende lo contrario.