Pues sí, después de mucho revuelo, después de muchos comentarios, muchos análisis, opiniones encontradas y una huida hacia delante que parecía inevitablemente abocada al abismo, Mediaset y Pablo Herreros han logrado llegar a un acuerdo por el que uno reconoce lo que ya en su momento reconoció, que las marcas pueden hacer de su capa un sayo, y los otros que igual se pasaron de frenada.
De toda esta segunda entrega del caso La Noria, convertido ahora en caso Pablo Herreros, hay un par de cosas que me parecen fundamentales y en las que, sin embargo, no parecemos poner la luz. De un lado, la sensación de poder que los ciudadanos tenemos ahora con la posibilidad de coordinarnos a través de las redes sociales y de mecanismos de protesta y reivindicación colectiva como Change.org Sí, ahora todo es mucho más sencillo, más visible, más práctico y no se trata de que sea más fácil rellenar un formulario digital por el hecho de que apenas tardas unos segundos, sino por la sensación de formar parte de algo real, algo que ves plasmado en una enunciación clara de intenciones y con un contador real que te permite ver como tu gesto suma. En cualquier caso, estas reivindicaciones no son nada si no se viralizan desde otras plataformas, que al final es donde hacemos ruido como consumidores, como sociedad organizada.
Pero ojo, si cada vez que una televisión hace algo mal recurrimos a protestar a las marcas por medio de peticiones de firmas, solo conseguiremos agotar el recurso, convertirlo en una costumbre y hacer que cadenas y marcas lo descuenten ya de su plan de comunicación y gestión de crisis. Casos como el de La Noria primero y el de la querella de Pablo después, han servido para demostrar que, ante las injusticias o las prácticas poco éticas de algunas empresas, hay una sociedad que se rebela, pero en estas batallas creo que hay que saber medir las fuerzas y gestionar bien la munición. Emprender ahora otra batalla similar pidiendo que retiren tal o cual programa porque no nos gusta no valdrá.
Cada persona que ha analizado este último capítulo de la historia tiene una interpretación, algunos afirman que es una derrota de la cadena, otros que lo es de Pablo, que ha debido retractarse ¿retractarse? ¿de qué? Pablo Herreros solo ha accedido a que Mediaset emita una nota de prensa diciendo algo que en su momento él ya reconoció, algo que menos de una semana después de comenzar el caso La Noria ya puso por escrito en su blog y recordó hace unos días con la noticia de la querella. No hay por tanto bajada de pantalones alguna, simplemente la cadena buscaba que Pablo se retractara de algo de lo que ya se había retractado, aunque parece que solo algunos lo recordaban o lo habían leído siquiera.
Por su parte, creo que, intentando salir con la cabeza bien alta, con una nota de prensa en la que parece que solo Pablo Herreros rectifica, Mediaset ha dado un importante paso atrás que muy pocos le reconocerán. Evidentemente, poner la querella fue una gran metedura de pata, ya lo había sido toda la gestión de crisis en un primer momento y ahora no hicieron sino agrandar el problema, en defensa aparente de sus principales clientes, las marcas. Posiblemente hayan sido estas las que más han presionado a la cadena para que solucionen un tema con el que solo habían logrado volver a ponerlas en el punto de mira y posiblemente también se haya discutido internamente mucho si se retiraba la querella o no, toda vez que el principal daño a la imagen de la cadena estaba ya hecho y no se me ocurre manera de empeorarlo.
Pese a todo, de la misma manera que en su momento reconocimos a las marcas que se retiraron de la emisión escuchando a la gente que así se lo pedía, creo que es de justicia reconocerle a la cadena que ahora hayan escuchado también a las personas que pedían la retirada de la querella contra Pablo. Habrá muchos más motivos que este para hacerlo, por supuesto que sí, pero deberíamos reconocer que para una cadena como Telecinco, dar un paso atrás como este es un gesto muy poco propio de su personalidad. No les gusta ir de buenos, juegan a la provocación y les va bien y aún así, han escuchado y han rectificado. Creo que es de justicia reconocerles el gesto.
Llamadme ilusa, ingenua o incluso tonta pero, si algo veo claro en todo este asunto es que las dos partes, que podían haber salido muy perjudicadas, independientemente del resultado final de un juicio que nunca debió existir, han ganado, demostrando que hasta las posiciones más alejadas pueden encontrar puntos comunes de diálogo. De lo que más me alegro de esta historia es de que ambas partes hablaran y se encontraran en ese punto común. Enhorabuena a ambos.
Completamente de acuerdo contigo: hay que darles la enhorabuena a los dos. A Pablo y a Tele 5/Mediaset que se habían metido en un callejón sin salida del que sólo podían salir perdiendo (y mucho) las dos partes.
Y también de acuerdo en que este es un cartucho que ya se ha quemado. A partir de ahora, si queremos que una cadena de televisión cambie un programa habrá que utilizar la técnica tradicional: cambiar de canal, no sintonizarlo…